Salud mental
Por: Diana Arreola
El costo de tener un bebé por supuesto que tiene que ver con lo económico, pero otro que no se paga en pesos y pocos lo meten al presupuesto: las emociones
Cuando pensamos en la llegada de un bebé, lo primero que suele venir a la mente es el costo económico: pañales, ropa, pediatras, cuna, carriola… Pero hay uno del que rara vez se habla y que, en muchos casos, es aún más difícil de afrontar: el costo emocional de tener un bebé. Convertirse en madre o padre no es solo una cuestión de amor incondicional y felicidad, como muchas veces nos han hecho creer. Es una experiencia transformadora que sacude la identidad, altera la rutina y pone a prueba la estabilidad emocional. Es normal sentirse abrumada, agotada o incluso triste en medio de este proceso.
Hablar de la cara difícil de la maternidad sigue siendo un tabú. Se nos ha enseñado que tener un hijo es una bendición que debe vivirse con gratitud y plenitud, pero rara vez se nos prepara para los desafíos emocionales que conlleva. Los espacios para expresar el cansancio, la frustración o el miedo son escasos y, cuando existen, suelen ser minimizados o juzgados.
La maternidad se ha romantizado al punto de invisibilizar sus dificultades, dejando a muchas mujeres atrapadas en la culpa de no encajar en el ideal de “mamá perfecta”. Pero la realidad es que maternar es un proceso ambivalente, intenso y desafiante. No se trata solo de atender las necesidades del bebé, sino también de navegar una transformación interna profunda, en la que la identidad personal, la relación de pareja, el sueño y la estabilidad emocional se ven sacudidos. Y aunque biológicamente estamos diseñadas para ser madres, nadie nos enseña a maternar en un mundo que exige perfección, pero no ofrece apoyo. Lo que sientes es válido, y lo más importante: no estás sola.
También lee: Heridas maternas que están arruinando tu vida y no sabías
Tener un bebé es, quizás, una de las experiencias más ambivalentes que puede vivir una mujer. La vida cambia radicalmente. Hay amor, ternura y momentos de felicidad, pero también hay cansancio extremo, incertidumbre y, en muchos casos, tristeza. La presión por disfrutar cada instante puede hacer que muchas madres se sientan culpables cuando la realidad no coincide con la expectativa.
Reconocer esta ambivalencia es el primer paso para transitar la maternidad con mayor compasión y empatía hacia una misma. Existen dos caras en este proceso, dos verdades que coexisten: la plenitud y el desgaste, el amor y la frustración. No se trata de elegir entre una u otra, sino de aceptar ambas sin culpa. Comprender esto es el primer paso para vivir la maternidad desde una perspectiva más sana y realista. La maternidad no es solo dar, sino también recibir, y eso incluye el autocuidado.
El costo emocional de tener un bebé incluye cambios, los más comunes son:
También lee: Así puedes evitar que tu primer bebé acabe con tu relación de pareja
El posparto implica ajustes físicos, emocionales y psicológicos. Algunas razones por las que las madres se sienten abrumadas son:
El amor paterno no es menos intenso, pero sí se desarrolla de manera diferente: necesita tiempo, cercanía y experiencia. Aunque la atención suele centrarse en la madre y el bebé, la paternidad también implica un costo emocional profundo que rara vez se menciona. La depresión posparto paterna existe y afecta hasta al 10% de los hombres, según datos de un estudio en Journal of the American Medical Association. A diferencia de la depresión posparto materna, que suele manifestarse con llanto, ansiedad o tristeza, en los hombres los síntomas pueden incluir irritabilidad, distanciamiento emocional o un exceso de trabajo como manera de escape.
Se da por hecho que ellos deben ser el pilar de la familia, pero pocas veces se les pregunta cómo se sienten. La presión económica, la responsabilidad de garantizar bienestar y la incertidumbre de un rol que muchas veces no saben cómo asumir pueden generar un estrés silencioso que pasa inadvertido por los demás.
También lee: La salud mental del hombre ¿cómo empezar a cuidarla?
Si tú estás bien, el bebé también si te sientes abrumada, recuerda esto: cuidarte a ti misma es cuidar a tu bebé. La maternidad no debe vivirse desde el sacrificio, sino desde el equilibrio.
También lee:
Por: Diana Arreola