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22-10-2025 22:38:28
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La relación entre la obesidad y el cerebro

Salud

La relación entre la obesidad y el cerebro

Por: Eduardo Calixto

¿Gordito, pero feliz? Eso no existe, la obesidad no solo es un problema físico, también se va tragando al cerebro.

Los antojos empiezan en el cerebro, no en el estómago. Si subimos de peso es por lo que el cerebro decide comer en cantidad y frecuencia. Comer lo que nos gusta desata un efecto neuroquímico que difícilmente se borra de nuestra memoria. El sabor, la consistencia y la temperatura de los alimentos está muy dentro del álbum de los recuerdos, una comida deliciosa comúnmente hace recordar la infancia. En un sentido anatómico, ponerse como cochi es responsabilidad del área tegmental ventral, del hipotálamo y del hipocampo. Aquí te contamos la relación entre la obesidad y el cerebro.

La relación entre la obesidad y el cerebro

Áreas cerebrales

La relación entre la obesidad y el cerebro se puede determinar por las siguientes zonas cerebrales:

  • Corteza prefrontal: Recibe el sabor de la comida.
  • Área tegmental ventral: Desea postres y dulces.
  • Amígdala y núcleo de accumbens: Registran la felicidad que provoca comer.
  • Hipocampo: ¿Quieres culpar a alguien de tus antojos feroces? Es el hipocampo.

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El proceso neuroquímico

Si a alguien habrás de culpar de tu hambre es al hipotálamo, específicamente, a unas hormonas llamadas orexinas que se alborotan cuando duermes menos de cinco horas, ¿recuerdas el hambre y la impulsividad un día después de un desveladón?

Seguimos enjuiciando culpables. Cuando comes se libera dopamina, y si el alimento se te antoja por mucho tiempo, más dopamina se libera, o sea, tragar te hace más feliz.

Como el amor o como una droga, la comida también hace que liberes endorfinas que cambian tu estado de ánimo, te tranquilizan, y te hacen sonreír (sí claro, hasta que un día tratas de ponerte el pantalón ¡y no sube!, ¡y no cierra!, ¡auxilio!).

Antes de comer, el cerebro se prepara ordenando al páncreas que libere hormonas para incitar el hambre y disminuir los niveles de glucosa. También libera leptina, una hormona (que al parecer no nos funciona muy bien) que le pone fin a las ganas de seguir comiendo.

Comer es un festín de activación neuronal y un generador de felicidad, sobre todo cuando se trata de carbohidratos y grasas, al cerebro le encantan los alimentos con mucha energía, se hace adicto a ellos, empieza a ignorar las señales de la leptina y el hipotálamo pierde el freno de la saciedad. Lo demás ya lo conoces: un kilo, dos kilos, tres kilos, una talla más, diez kilos y una bola de nieve de problemas. Pero, ¿por qué al cerebro le gustan tanto los alimentos que más engordan? Los carbohidratos, lo dulce y las grasas te hacen recordar los primeros años de vida, pues la leche materna está llena de semejantes sustancias. Está, además, la asociación de la comida con el afecto y la tranquilidad.

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Herencia cavernícola

Los genes no nos ayudan en el propósito de bajar de peso. Resulta que nuestros ancestros eran muy vulnerables a hambrunas, heladas y sequías, así que la evolución los ayudó con una adaptación genética para ganar kilos después de los 30 años, una especie de sentencia de muerte para los futuros pobladores del planeta, pues hoy las complicaciones de la obesidad son una de las principales causas de muerte. A partir de esa edad el metabolismo se hace más lento y lo que comías a los 20 engorda el triple.

Comidas que te hacen más tonto

Azúcar

Un estudio de la Universidad de California demostró que demasiada azúcar altera la capacidad de la insulina, provocando que no llegue energía al cerebro para procesar el pensamiento y las emociones.

Grasas trans

Un grupo de investigadores del Oregon Brain Aging Study concluyó que el exceso de grasas trans encoge el cerebro.

Alimentos procesados

Tienen muchas sustancias que el organismo es incapaz de procesar y que afectan las funciones cognitivas del cerebro.

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Bye, bye al cerebro obeso

  • A los obsesivos, bajar de peso les genera mucha ansiedad y la ansiedad genera más hambre.
  • Olvida los estimulantes o depresores que afectan el cerebro, por ejemplo, el café o el alcohol.
  • Duerme bien, el sueño disminuye las orexinas, hormonas del hambre.
  • Mide tu cintura regularmente, la obesidad empieza en el abdomen.
  • Camina y haz ejercicio, además de quemar calorías produces dopamina y condiciones para el crecimiento neuronal.
  • Busca otras formas de sentirte feliz que no estén relacionadas con la comida.
  • No cuentes calorías, contarlas te lleva a darte atascones.
  • Toma dos litros de agua al día.
  • Come equilibradamente y, de ser necesario, busca ayuda profesional.
  • Incluye en tu dieta omega 3 y vitaminas B, C, E y K.

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El caos adentro

No es juego, las consecuencias de la obesidad no son solo físicas ni estéticas, eso sería lo de menos comparado con que el cerebro obeso es mucho menos productivo. Esto es lo que pasará si no le pones freno a la mandíbula:

  • Las neuronas trabajan menos, sobre todo las encargadas de la atención y la memoria.
  • El flujo de sangre al cerebro cambia, esto incrementa las probabilidades de sufrir accidentes vasculares.
  • La obesidad se va haciendo crónica y la presión arterial aumenta con cada kilo.
  • Comer chatarra daña las conexiones cerebrales, esto hace más difícil tomar buenas decisiones.
  • La corteza cerebral pierde neuronas y eso aumenta los riesgos de padecer alzheimer.
  • La obesidad cambia el metabolismo corporal, aumenta el colesterol y los triglicéridos.
  • El cuerpo se enferma de diabetes e hígado graso, entre otros males.
  • La obesidad no viene sola, con ella llegan la depresión, la ansiedad y algunos estados obsesivos compulsivos.

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Las grasas buenas para el cerebro

Ahora que sabes la relación entre la obesidad y el cerebro, te dejamos una lista para que mejores tu alimentación. Te dará omega 3, grasas mono saturadas y vitamina E, sustancias que ayudan al cerebro y mantienen las grasas malandrinas a raya.

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Por: Eduardo Calixto

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