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13-06-2025 14:33:28
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Las 10 cosas que aprendí de papá y me ayudan a ser mejor papá #SoyTuFan

Salud mental

Las 10 cosas que aprendí de papá y me ayudan a ser mejor papá #SoyTuFan

Por: Erick Pinedo

Desde cómo escuchar con paciencia hasta por qué los domingos se hicieron para estar en pants, estas son las enseñanzas de papá para la vida que hoy me hacen ser mejor papá.

Hay cosas que un papá enseña sin decir una palabra. Con solo ver cómo no necesitaba repetir las cosas para que entendieras, cómo te cargaba dormido del sillón a la cama o cómo se enojaba sin perder la calma. Estas son las 10 cosas que aprendí de papá, porque sí, uno aprende de su papá sin darse cuenta. Y cuando llega tu turno de estar del otro lado (léase: cambiando pañales, resolviendo berrinches o llorando en los festivales), caes en cuenta de que ese señor tenía razón.

Las 10 cosas que aprendí de papá

Esto es lo que me dejó el jefe de jefes y cómo lo uso hoy, que me toca llevar la batuta en casa. Porque crecer también es darte cuenta de que, muchas veces, te estás convirtiendo justo en la persona que te enseñó sobre la vida.

  1. Llegar a tiempo es una forma de quererte

Mi papá era de los que llegaban tan puntual que, si tú caías a la hora exacta, ya estabas tarde. Con él entendí que la puntualidad es respeto disfrazado de reloj, y que ser puntual es una forma de decir “te valoro”. Un estudio de la Universidad de San Diego resalta que los niños que crecen con padres constantes en hábitos como la puntualidad, desarrollan mejor autoestima y confianza en sus relaciones.

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  1. No necesitas decir “te quiero” cuando lo demuestras 

Mi papá no era el más expresivo, pero era el que checaba la presión de las llantas, el que preguntaba si ya habías comido, el que te mandaba mensajes con noticias que sabías que solo a ti te importaban. Hoy soy ese señor. Y entendí que los actos pequeños, repetidos diario, son el idioma secreto del amor.

  1. Gritar es el atajo de los que no saben explicar

Si algo me enseñó papá es que el que grita, pierde. Y aunque con hijos uno a veces se quiere volver loco, aprendí que lo importante se dice bajito, pero con firmeza. Según la Asociación Americana de Psicología, los papás que manejan el conflicto sin agresión verbal, promueven hijos más resilientes y seguros.

  1. Los domingos son sagrados 

Mi papá decía que el domingo es para estar en familia, punto. Y no era solo de estar echados viendo pelis, sino de hacer rituales familiares que se volvían ley: ir al concierto de la OFUNAM en CU, comer en su restaurante favorito o reunirse en casa de la abuela (con cerveza y chismes incluidos) eran nuestras misas no religiosas.

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  1. No darlo todo es enseñarlo todo

Papá no me dio todo (aunque sí lo ha hecho), y bendito sea por eso. Aprendí a ahorrar, a esforzarme, a saber que las cosas no caen del cielo. La Universidad de Harvard lo confirma: educar con límites claros (y sin caer en la sobreprotección) forma adultos emocionalmente más equilibrados.

  1. Estar presente vale más que cualquier regalo

Como doctor, mi papá estuvo siempre ocupado, pero si notaba que me sentía raro, podía detener el mundo entero. A veces no necesitas ni decir nada. Solo estar. Y ese “estar” no se olvida jamás.

  1. Pedir perdón también se hereda

Pocas veces lo escuché decir “la regué”… y fue suficiente para entender que la humildad no te quita autoridad, te la da. Hoy, cuando meto la pata con mi hija, también lo reconozco. Y eso cambia el juego. 

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  1. Si no te sabes reír de ti mismo, ya perdiste

Mi papá hacía chistes de sus errores, de sus regaños, hasta de sus aciertos. Hoy que a mí me pasa lo mismo, no solo me río: me río con mi hija. Y eso hace la diferencia entre ser un papá cool y uno amargado.

  1. Escuchar sin interrumpir es oro molido

Papá no daba consejo si no se lo pedías. Y cuando hablaba, sabías que era porque ya había escuchado todo. Hoy, trato de ser ese papá que escucha sin querer arreglar todo al instante. Solo con eso, ya sientes que alguien te sostiene.

  1. El verdadero legado es estar 

De mi papá aprendí que no hay herencia más grande que la presencia. Hoy que sigue aquí, que lo veo reírse con mi hija, que se le ilumina la cara cuando la ve entrar corriendo, entiendo que el mayor regalo que puedes dar es estar para los tuyos. No con discursos, ni con poses, sino con esa mirada que dice “te veo, te quiero, aquí estoy”. Y esa lección, la tengo tatuada en el alma.

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Lo que se hereda se agradece diario

Uno crece creyendo que va a hacer todo distinto… hasta que un día sueltas una frase idéntica a la de tu papá y dices: “¿¡Qué me está pasando!?”. Y ahí entiendes que muchas de sus enseñanzas, esas que parecían regaños o manías, hoy son brújula.

Porque madurar es justo eso: darte cuenta de que, sin querer, estás repitiendo lo mejor de él. Y aunque a veces duela o dé risa, también se siente como volver a casa.

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Por: Erick Pinedo

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