Salud mental
Por: Sofía Leviaguirre
Si la vida es una competencia imaginaria en la que siempre sales perdiendo, puede ser una de las señales de que tienes complejo de inferioridad.
Si la vida es una competencia imaginaria en la que siempre sales perdiendo, puede ser una de las señales de que tienes complejo de inferioridad. Y no, no estamos hablando de un mal día de autoestima, o un típico blue monday, hablamos de algo que se instala, crece como hiedra venenosa y te sabotea sin que te des cuenta.
El término lo inventó el psicólogo Alfred Adler. Según él, todos sentimos cierta inferioridad en algún momento, y eso, a veces, puede motivarnos a mejorar. Peeero cuando esa sensación se vuelve crónica, distorsionada y limitante, se convierte en un complejo.
Ojo, que a veces se esconde detrás de actitudes que parecen todo lo contrario. O sea que sí, hasta las personas más confiadas pueden estar batallando con esto.
El complejo de inferioridad “es como tener un crítico interno que se instala sin tomarse días libres”, explica la terapeuta Elisa Martínez. Es una cosa crónica y persistente, y que, muchas veces, pasa desapercibida. Pero no te asustes, acá te ayudamos a ver si en verdad lo tienes y qué puedes hacer para superarlo.
Te comparas con todo el mundo… y siempre sales perdiendo. Porque vas por la vida pensando que todo es una competencia y que no te mereces ganar. Y si no pierdes, entonces te cuentas historias para hacerte menos.
¿Por fin te dieron ese trabajo por el que morías? Seguro fue suerte. ¿Te graduaste? Cualquiera lo hace. ¿Te dijeron que eres brillante? Están mintiendo, obvio. Minimizarte es deporte olímpico cuando tienes complejo de inferioridad.
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En tu mente, ya perdiste, por eso, evitas desafíos. Y eso de “mejor no lo hago para no decepcionarme” se vuelve tu escudo emocional favorito. Además, el fracaso es tu zona de confort, y si alguien te intenta sacar al lado winner, entras en shock.
Alguien te dijo “qué bien te ves”, y tú, en lugar de decir “gracias”, contestas “ay no, si ni me bañé”. No puedes aceptar cumplidos sin incomodarte, como si fueras un fraude undercover todo el tiempo.
Crees que todos son más seguros, exitosos, y felices que tú. No ves sus defectos, pero te obsesionas con los tuyos. Y entonces, te autosaboteas para mantener esta realidad inventada.
Te boicoteas en el trabajo, en el amor, en los proyectos. Algo dentro de ti cree que no lo mereces. Así que, inconscientemente, lo echas a perder.
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El perfeccionismo es tu mejor amigo, pero no porque quieras superarte sanamente, sino porque tienes terror a no cumplir con estándares imposibles. El mínimo error, y sientes que vales cero.
Entonces también andas siempre persiguiendo aprobación, para saber que esta obsesión perfeccionista vale algo. Publicas en redes y necesitas likes. Hablas y necesitas aplausos. Si no te reafirman, sientes que no existes. Pero cuando te reafirman, no te lo crees…
Y ojo, porque por agradarle a los demás también puede ser que no pongas límites y toleres abusos, solo para “no caer mal”.
Pueden ser muchas cosas juntas: una infancia llena de críticas, bullying, padres exigentes, traumas emocionales o relaciones tóxicas del pasado. A veces también es cultural. Crecer en ambientes donde la autocrítica es lo normal, y el amor propio suena a cliché de Instagram, cero ayuda a desarrollar una autoestima fuerte.
Sí, tener complejo de inferioridad está terrible, pero la buena noticia es que hay cosas que hacer para salir adelante. Lo primero, obvio, es ir a terapia. Especialmente la cognitivo-conductual, que ayuda a cambiar creencias automáticas negativas.
También es súper importante que empieces a auto observarte. Detecta esos pensamientos de “no valgo” y cámbialos por otros más realistas.
Rodéate de personas que te valoren. Si siempre te juntas con quien te hace sentir menos, pregúntate por qué.
Celebra tus logros. Por pequeños que parezcan, son tuyos. No le restes valor. Haz una lista de cada cosa que haces bien, así, cuando los pensamientos de autosabotaje lleguen a ti, puedes leerla y acordarte de todo lo increíble que sí eres.
Y al final, acuérdate que el complejo de inferioridad no es una etiqueta para colgarte, sino una señal de que hay heridas emocionales que necesitan sanar. No es algo que se cura de la noche a la mañana, pero sí puedes trabajarlo, con calma, tiempo, y mucho amor.
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