Salud mental
Por: Sofía Leviaguirre
Acá te contamos por qué quienes se enojan mucho tienen mayor riesgo de infarto. Porque sí, el enojo también afecta al corazón.
Seguro has escuchado que alguien diga “me va a dar un infarto de tanto coraje”. Es una expresión súper común, peeero, ¿qué pasaría si te decimos que no está tan lejos de la realidad? Acá te contamos por qué enojarte mucho te podría generar un infarto. ¡A punto de explotar! Porque sí, el enojo también afecta al corazón.
Todos nos enojamos. Puede ser por una discusión con alguien cercano, mil horas en el tráfico o una injusticia en el trabajo. Peeero cuando el enojo se vuelve frecuente, intenso o difícil de manejar, puede pasar de ser una emoción más a un factor real de riesgo para la salud cardiovascular.
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Investigaciones médicas han encontrado que los brotes de enojo pueden multiplicar el riesgo de un infarto o un accidente cerebrovascular en las horas que siguen al episodio. Según un estudio de Harvard, quienes tienen un arrebato de ira tienen hasta cinco veces más probabilidad de sufrir un infarto en las siguientes dos horas. Para quienes ya tienen problemas cardíacos, ese riesgo es aún mayor.
Un estudio reciente del Journal of the American Heart Association descubrió algo más: un episodio de enojo intenso puede disminuir la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse correctamente durante al menos 40 minutos después del evento. Esta mala función vascular, si se repite con frecuencia, puede contribuir al endurecimiento arterial, hipertensión y otros problemas cardiovasculares.
Rafael Santandreu, psicólogo español especializado en terapia cognitivo-conductual, habla del manejo emocional como una herramienta clave para vivir mejor. Santandreu dice que emociones como el enojo se vuelven más intensas o frecuentes cuando no se gestionan, cuando se alimentan pensamientos negativos extremos o cuando se permiten quejas constantes (algo que él llama “necesititis” o “terribilitis”).
Según Santandreu, cambiar la forma de pensar (identificar creencias distorsionadas, moderar expectativas, y aceptar lo que no se puede cambiar) puede disminuir tanto la frecuencia como la intensidad de esas explosiones emocionales. Para él, la regulación emocional no es negar el enojo, sino observarlo, entenderlo y responder desde la calma, no desde la reactividad.
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Obvio, sabemos que hay quienes tienen más facilidad para explotar. Por eso, te dejamos estas estrategias que te pueden ayudar a bajarle dos rayitas:
El enojo no es solo un problema emocional: puede tener consecuencias físicas reales, incluyendo riesgo de infarto. Pero no estás condenado, hay estrategias que pueden ayudarte. Recuerda que aprender a enojarte menos no es ceder, es cuidarte.
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Por: Sofía Leviaguirre