Nutrición
Por: Ana Teresa Abreu
Papitas, pero churros, pero pizza y otros antojitos grasosos que no sabes ni de dónde vienen. Te decimos su origen para que los entiendas mejor.
Las grasas son como el enemigo número uno de una dieta saludable, y es fácil entender por qué, su consumo excesivo se relaciona con enfermedades crónicas y un sinfín de problemas de salud. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué se nos antoja comer cosas grasosas? La respuesta no es tan simple…
Empecemos por tres datos gruesos, por no decir grasos. Primero y antes que nada, tooodas las células de nuestro cuerpo tienen una cobertura que se llama membrana, esta se encarga de guardar a los “organelos” de cada célula en su interior y tanto la aísla como la conecta con el ambiente externo en el que se encuentre.
Esa membrana está hecha de grasa, o sea, que el cerebro tiene como materia prima esta misma, eso se lleva la mayor parte de su peso y es importante que lo sepas porque es la mejor conductora de impulsos eléctricos del sistema nervioso. Así que las grasas son la principal fuente de energía que utiliza nuestro cuerpo eso es lo que lo hace funcionar. Digamos que es su gasolina.
También lee: El significado emocional de la grasa abdominal ¡algo tiene que decirte!
Satanizamos a las grasas y ninguneamos su potencial en nuestro cuerpo, y esto se basa en que el exceso de consumo de grasas que llamamos saturadas están relacionadas con enfermedades crónicas y degenerativas, como las cardiacas, tipos de cáncer e incluso las neurodegenerativas, como el Alzheimer.
Por eso es importante entender las razones biológicas por las que anhelamos lo rico en sabor y en grasa, y ayudarnos a limitarnos y evitar consecuencias para la salud a largo plazo. Las grasas, como todo lo que entra a nuestro aparato digestivo e intestino, lo activan desde las células endoteliales, que, a su vez, se comunican con el sistema nervioso por el tronco encefálico, esto hace que desees o rechaces la comida chatarra.
Elimina la grasa de tus antojos ‘sin origen’
También lee: ¿Por qué tienes antojo de algo dulce? ¿Dulce o gula?
¿Se ha intentado bloquear los antojos grasosos? Sí. ¿De verdad queremos eso? Sí, pero no. O sea, es que además estamos en un país donde la comida es deliciosa. Pero bueno, esto se ha hecho con medicamentos que no dejan que las células intestinales envíen las señales al cerebro por el nervio bajo. Puede ser una gran solución y estrategia, novedosa sin duda, para cambiar la respuesta de la mente a la grasa y, posiblemente y con algo de suerte, el comportamiento que tenemos con esta.
Mucho antojo día tras día, hora tras hora, es porque tu cuerpo te pide a gritos nutrientes que llevas días, meses o años sin darle. ¡Atiéndelo, por favor!
También lee: Aprende a sustituir tus antojos
Esta preocupación y tensión está en todas partes. Un antojo de quesadillas fritas afuera del Metro, de la escuela o de la oficina son una gran señal de estrés. Es comfort food, nos dan un boost de serotonina que pedimos y tanto deseamos, nos sacan, aunque temporalmente, de esta situación. Lo mejor sería medir las cantidades que consumimos y encontrar otra manera de no tener angustias.
Subir de peso es una tendencia incrustada en los genes. Nuestros antepasados han sido capaces de almacenar el exceso de calorías para sobrevivir en tiempos de dificultades, y de alguna manera estamos programados para querer alimentos ricos en ellas como medio de supervivencia. Otra cosa relacionada con la genética son los cambios hormonales por la edad. Revisa estos, observa las complexiones y hábitos de tu familia y mejóralos sin caer en obsesiones.
También lee: ¿Por qué engorda la comida “chatarra”?
Ahora que sabes por qué se nos antoja comer cosas grasosas deja de satanizarlo. Al final es necesaria para el cuerpo, siempre y cuando no sean grasas saturadas. La mejor grasa para el cerebro son los alimentos que tengan omega-3, como mariscos, nueces y aceites de plantas, además cada gramo de comida grasa nos da alrededor de nueve calorías
Ana Teresa Abreu es médico internista, gastroenteróloga clínica, con posgrado de alta especialidad en gastrofisiología. Miembro latinoamericano de la Asociación Científica Internacional para Probióticos y Prebióticos.
También lee:
Por: Ana Teresa Abreu