Salud mental
Por: Sofía Leviaguirre
Todos corremos para atender lo físico, pero también hay que atender la salud mental. Porque sí, la menopausia puede cambiar tu personalidad.
Todos corremos para atender lo físico de la menopausia, pero también hay que atender la salud mental. Porque sí, la menopausia puede cambiar tu personalidad, y no es cosa menor.
Durante años se ha hablado de los sofocos, la sudoración nocturna o el aumento de peso que acompañan a la menopausia, pero poco se dice sobre lo que ocurre en la mente. Lo cierto es que la perimenopausia puede alterar profundamente tu estado de ánimo, tus emociones y hasta tu manera de reaccionar ante la vida.
Los cambios de personalidad durante la perimenopausia no son producto de la imaginación: las hormonas afectan directamente al cerebro. Los niveles de estrógeno, progesterona y testosterona comienzan a fluctuar de forma irregular. En las primeras etapas, no se trata tanto de una caída, sino de una montaña rusa: subidas repentinas seguidas de desplomes igual de intensos.
Esa inestabilidad puede generar cambios de humor, irritabilidad, enojo repentino o tristeza sin motivo aparente. A medida que el estrógeno comienza a disminuir de manera sostenida, aparecen otros síntomas más sutiles pero igual de desconcertantes: brain fog, ansiedad, dificultad para concentrarse y una sensación constante de estar medio perdido
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Los síntomas físicos también contribuyen al desbalance emocional. Los bochornos, las sudoraciones nocturnas o el insomnio no solo alteran el sueño, sino que sabotean el equilibrio mental. Dormir mal varias noches seguidas puede hacer que cualquier persona se sienta irritable o deprimida.
Además, el impacto social es real: una oleada de calor en medio de una junta de trabajo o una cita puede hacerte pasar por vergüenza y dar mucha ansiedad. Esto solo te hace sentir que la pérdida de control es too much. Muchas mujeres ni siquiera relacionan estos cambios emocionales con la menopausia y van al doctor por “ansiedad” o “depresión”, sin imaginar que el origen es hormonal.
De hecho, un análisis publicado en Australasian Psychiatry confirmó que la menopausia aumenta la vulnerabilidad a la depresión y la ansiedad, especialmente en mujeres con antecedentes de trastornos del ánimo.
Aunque puede sentirse como si una versión desconocida de ti mismo se apoderara del volante, la buena noticia es que estos cambios no son permanentes. El cerebro tiene una enorme capacidad de adaptación. En la mayoría de los casos, los síntomas emocionales y cognitivos tienden a estabilizarse uno o dos años después del último periodo.
Con el tiempo, el cerebro se remodela: recuperas la claridad mental y la estabilidad, aunque quizá hayas aprendido nuevas formas de manejar el estrés y las emociones. Así que sí y no. La menopausia cambia tu personalidad, pero no cambia quién eres.
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La clave no está en resistirse, sino en acompañar al cuerpo y la mente durante esta transición.
Esta etapa no borra quién eres: te reconfigura. Y si logras mirarla sin miedo, puede convertirse en un periodo de autoconocimiento y reinvención personal.
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Por: Sofía Leviaguirre