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Master moi

Niño herido, adulto jodido

No tienes mala suerte en el amor, son heridas de la infancia que no has curado y que están destruyendo tus relaciones de pareja. ¿Cuál es la tuya?

Anamar Orihuela

“No soy suficiente para nadie”
RECHAZO
No significa que tus papás no te hayan querido, es una herida que empieza en el vientre materno por alguna circunstancia difícil y que se refuerza en los primeros años. Es un sentimiento de hostilidad con el que vives y entiendes el mundo, y obvio hace que crezcas pensando que no tienes afecto ni vínculos emocionales fuertes. Si te la vives rechazando tus cualidades y lavándote el coco de que haces todo mal, que no eres parte de nada y que eres cero importante en la vida, piensa otra vez.

Antídotos

  • Confía en tus capacidades. ¿Qué es lo que mejor sabes hacer? No importa si son galletas de chocolate o análisis financieros millonarios. Hay algo y lo sabes.
  • Acéptate como eres. A quién le importa si tienes un par de kilos de más o si no te sabes de memoria la filosofía romana, si eres amable, chistosa, elocuente….
  • Abre la boca. Si algo no te parece, por el amor de Dios, ¡dilo! Sacúdete el miedo de que piensen mal de ti.
  • Sé parte de algo. Clases de zumba, de pintura, un equipo de running, el club de lectura de la oficina, hay algo para todos los gastos en la viña del Señor, nomás decide a qué tren quieres treparte.

“No puedo confiar en ti”
TRAICIÓN
Si tuviste una mamá ansiosita y jamás tuviste paz porque siempre te sentiste en peligro, es fácil que crezcas con pánico de confiar en alguien a la hora del amor. La traición es una herida típica de los niños que sufrieron el divorcio o la ausencia de sus papás. Enfrentaron cosas tremendas de chavitos y de adultos son muy mentales, no se dan derecho a ser vulnerables ni a recibir, por eso sus vínculos emocionales nomás no pegan y se la viven saltando de una pareja a otra.

Antídotos

  • Dale importancia a lo que quieres. Si quieres llorar, pues llora. Si quieres mentar madres, OK, desahógate, pero no rechaces lo que sientes.
  • Comunica tus necesidades. Si te da pavor hablar de tus broncas, a veces funciona escribir, como que se te quitan las penas y avientas todo lo que traes guardado.
  • Confía. Cuando dudes en confiar, busca un acosa buena que tenga esa persona y de la que igual tú cojeas.
  • Disfruta el aquí y el ahora. Suena megacursi pero es neta. Nunca sabes qué te va a faltar mañana.
  • Ten miedo. Y luego aprende a superarlo. ¿Pánico a las alturas? Tírate del bungee; lo peor que puede pasar es que te desmayes del susto.

“Nunca voy a dejarte”
HUMILLACIÓN
Tal vez hubo una cosa insignificante que te hizo sentir que algo estaba mal contigo, un “ay, qué bruta eres” de tu papá o un control total de tu tiempo y decisiones cuando eras chiquito. Pasa sobre todo con los niños fuera del matrimonio o quienes sufrieron algún abuso y sienten que no merecen ser respetados. Los adultos heridos de humillación hacen por otros lo que no son capaces de hacer por ellos mismos, se autocritican y son sus peores verdugos.

Antídotos

  • Escucha a tu cuerpo. Si te sientes apagadón, come bien y haz un poco de ejercicio; si tienes el colesterol alto, bájale a la tragadera; si eres diabético, no comas dulces. Ya estás grandecito.
  • Ve al doctor. Si alguito te duele, ve sin dudar al doctor, igual no es nada pero en una de esas te estás ahorrando el infarto.
  • Cuélgate la medalla. Siente orgullo de cada cosa que logras, háblate con palabras bonitas y échate porras aunque parezcan cosas tontas como correr un kilómetro más o no gastar en tonterías.
  • Pon límites. Deja de decir que sí a todo. Ya estuvo, ¿no?

“Si me deja me muero”
ABANDONO
No estoy diciendo que te aventaron al río en una canastita, se trata del abandono a nivel afectivo, la ausencia de un vínculo emocional sólido. Los adultos que se relacionan a a través de esta herida son necesitados, miedosos y tienen relaciones dependientes en las que olvidan sus necesidades y siempre actúan como víctimas; si todo te da miedo y no eres capaz de ponerte límites, resetea tus emociones.

Antídotos

  • Comprométete. Con lo que dices, sientes y necesitas; “ya no voy a buscar relaciones que me hagan daño” no puede ser nada más un lamento de corazón roto, tienes que realmente trabajar por ello.
  • Termina lo que empiezas. No importa si es un libro, lavar los trastes o la psicoterapia.
  • Haz amistad con la disciplina. No voy a comer pan es no voy a comer pan. El compromiso es contigo, hónralo.
  • Bájale a la queja. Qué flojera esa gente que nunca tiene nada que decir porque cree que todo está mal; practica decir dos cosas buenas cada vez que te caches quejándote.

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Anamar Orihuela es psicoterapeuta. La encuentras en anamarorihuela.com.mx. Ámate a ti misma para amar a los demás.