Haz las paces con tus hermanos

No importa si te gusta, si lo niegas o si nunca los ves, tu primer núcleo de pertenencia siempre será tu hogar, tus hermanos, tu casa y tus papás; cuando tienes una relación manchada por el rencor, toda tu vida se ve afectada

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Buenas o malas, las relaciones entre hermanos determinan más de lo que imaginamos la forma en que nos relacionamos en la vida adulta; la capacidad de pelear y resolver conflictos con nuestros hermanos nos educa para resolver los problemas que tendremos el resto de la vida. La pareja se encuentra más tarde, los padres muchas veces se mueren antes que nosotros, pero los hermanos realmente son compañeros de vida, están con nosotros durante todo el viaje.

Cada familia es un mundo y hay demasiados factores que intervienen en la construcción fraternal: el lugar de nacimiento, el género de los hermanos, la relación de los papás, si hay uno con capacidades especiales, si hay un divorcio, medios hermanos, si la familia pasó por alguna tragedia, por dificultades económicas… cualquier cosa afecta, así que, ¿cómo pueden estudiarse las relaciones fraternales si no hay una familia igual?

En universidades de Estados Unidos y Canadá, se han enfocado en el orden del nacimiento y en cómo los hermanos compiten todo el tiempo por el reconocimiento, pero también en cómo pueden ser colaboradores o cómplices, protectores o torturadores, compañeros de juego, fuente de grandes envidias y objeto de grandes orgullos. Los estudios han demostrado que la relación entre hermanas es más estrecha y la de los hermanos más competitiva.

Las hermanas son una suerte de guardianas de parentesco y se comprometen mucho más con mantener unida a la familia; esto no significa que no puedan ser enemigas, sobre todo en la adolescencia, pero las relaciones entre hermanos cambian drásticamente con los años y hay eventos que las hacen más cercanas o más lejanas: enfermedades, muertes, divorcios. En estas situaciones se mide el apoyo o la enemistad que se han construido desde la infancia, donde empieza todo.

Muchas veces no importa si los hermanos tienen una buena relación, cuando regresan a escenarios que les recuerdan la infancia vuelven a comportarse como niños, y hasta el lugar donde van a sentarse puede ser motivo de drama, aunque el drama en realidad no es por eso, sino por años de resentimiento añejado. Estos fenómenos regresivos son una posibilidad de dejar el pasado en el pasado y reforzar los vínculos. Lo único que puede sacar adelante la rivalidad entre hermanos, es el amor, y el amor es un acto de voluntad.

¿Por qué es tan importante reconciliarse con un hermano? Tu primer núcleo de pertenencia siempre será tu hogar, tus hermanos, tu casa y tus papás; cuando tienes una relación manchada por el rencor, porque unos fueron los predilectos, porque tu hermano acaparó la atención, por todos los sándwiches que te obligó a hacerle, porque se ponía tu ropa o cualquier otra ofensa, toda tu vida se ve afectada: por más que trates de negarlo, estar en conflicto con un miembro de la familia cercana crea verdaderos tormentos en la vida adulta.

Cuando dudes si realmente vale la pena resolver los problemas con tu hermano, piensa lo siguiente:

LOS HERMANOS Y LOS PADRES TE LOS DA EL DESTINO, SON LIGAS DE SANGRE QUE TRASCIENDEN CUALQUIER TIPO DE ELECCIÓN Y CON QUIENES VAMOS A ESTAR VINCULADOS MÁS ALLÁ DE LA VIDA… Y DE LA MUERTE.

Lo que más pesa en un sistema familiar son las exclusiones; decir “no te quiero ver ni quiero que me veas” es negar vínculos de sangre. La verdad es que puedes tener una pésima relación con alguno de tus hermanos, pero no por eso deja de serlo: haga lo que haga, seguirá siendo tu sangre. No se te olvide que compartiste con él nada menos que la infancia, con todas las vivencias, sabores, colores, rechazos, caídas, vacaciones, arañadas, raspones y dramas que no podría entender nadie más.

Puedes poner distancia si el abuso es constante o el daño irreparable, pero de nada sirve negarlo. Entre hermanos hay mayor crueldad que entre hijos y padres porque hay un nivel horizontal de relación que permite decirse o hacerse cosas horribles. Pero el pleito casado depende de cada uno. Hay gente que tiene memoria de rencor: ni perdono ni olvido y una dosis de venganza. Otros tienen ‘la memoria del dolor’, en la cual se aguanta el dolor y muy valiente se decide a mirar hacia adelante en vez de quedarse empantanada.

¿CÓMO FIRMAR EL TRATADO DE PAZ?

  • Reflexiona sobre los sentimientos que te provocan tus hermanos, pero hazte responsable de tu actitud y tus comportamientos
  • Perdona y olvida los errores –los propios y los ajenos– y haz lo posible por construir sobre la base del respeto
  • No huyas de los problemas y traumas pasados: hablen todo
  • Si han estado alejados busquen ratitos para acercarse y platicar
  • Si ya sabes que no puedes tocar ciertos temas, no lo hagas
  • Definan qué tipo de relación quieren y dejen muy claro qué cosas de plano no se toleran
  • Reconoce la necesidad de establecer una relación sólida basada en la disposición y la ayuda
  • Si de plano no se entienden y su comunicación es lejana, traten de tener la relación más cordial posible
  • Una buena relación con tus hermanos te llena de bienestar; deja atrás el estrés y la incomodidad de broncas añejas
  • Tengan una relación solo suya, fuera de los compromisos familiares y la relación con los papás
  • Recuerda las cosas positivas, lo que te gusta de tu hermano y por qué vale la pena arreglar la relación
  • Toma la iniciativa de cambiar con algo tan insignificante (pero significativo) como una llamada inesperada o apoyo si la está pasando mal
  • Considera su opinión, no te pongas a la defensiva y trata de entender cómo vivió la infancia
  • Dile cosas positivas y bonitas de su personalidad 

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