Éxito y felicidad: ¿se puede uno sin el otro?

Los conceptos de éxito y felicidad hoy se confunden más que en cualquier otra época...

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Por Enrique Támes

Resulta que es un error pensar que estos dos términos siempre son equivalentes solo por ser parte de nuestro zeitgeist, lo que me lleva a explicar esta maravillosa y compleja palabra en alemán.

Los alemanes tienden a juntar dos o tres palabras para crear otras con un nuevo significado y tal es el caso de la palabra zeitgeist, que viene de zeit, que significa “tiempo”, “momento” o “época”, y geist, que quiere decir “fantasma”, “espíritu” o “forma de ser”. Al juntar ambas palabras se obtiene algo como “el espíritu de una época” o “la forma de ser de un momento”, y este depende mucho de los valores que dominan un tiempo y un lugar determinado. A esto me refiero cuando explico que en esta actualidad la sociedad le ha dado tanto valor al éxito (como lo percibimos hoy), que difícilmente lo podría separar de la felicidad. Es por eso que la relación entre la felicidad y el éxito es una parte esencial de nuestro zeitgeist, de nuestra forma de ser el día de hoy, de nuestras creencias más profundas.

El problema está en que rara vez nos detenemos a cuestionarnos estos conceptos tan centrales para nuestras vidas. Vivimos la vida asumiendo que lo que nos enseñaron, es. Un gran ejemplo es la frase del autor Foster Wallace en la película Soul de Disney, cuando los peces van nadando y un pez viejo les dice: “oigan, ¿qué tal está el agua?” y los dos se voltean a ver y dicen: “¿agua? ¿de qué agua habla este?”. Porque, igual que nosotros, no se dan cuenta del agua que los rodea, pues eso es lo que tienen alrededor y nunca se lo han cuestionado. Así nosotros asumimos que el éxito y la felicidad son lo mismo y van de la mano, porque es parte de nuestro zeitgeist.

Juntos, será… ¿pero revueltos?
Les quiero dar dos ejemplos de cómo y por qué hoy en día asociamos inmediatamente los términos éxito y felicidad, y de qué maneras pensamos que son lo mismo:

1.El primero nos lo trajo la pandemia de manera fuerte y clara. De repente, nos tuvimos que encerrar en nuestras casas como estuvieran, con quienes estuviéramos. ¡Fuertísimo! No hay hacia dónde voltear para no ver la realidad que tú mismo te creaste. ¡Y peor! Nos podíamos comparar porque tuvimos la oportunidad, a través de pantallas, de asomarnos a los espacios privados de mucha gente considerada exitosa, entonces recibimos un mensaje muy claro: vivir la tragedia de la pandemia “encerrado” en una casa donde el jardín parece campo de golf con alberca, no es lo mismo que vivirla en un departamentito donde la cocina es la sala y ahora también la oficina.

Y, ¿cuál fue nuestra conclusión? Al menos de manera inconsciente nos hicimos esta idea de que ser una persona exitosa puede proteger tu felicidad, ¿por qué? Porque tienes un colchón mucho más grande ante los imprevistos de la vida. Cuando viene algo tan dramático no es lo mismo decir, “me voy a mi casa de campo en Valle de Bravo ocho meses a jugar golf y a montar mis caballos”, que quedarte en un departamento de 80m2 con tu familia de cinco. Pero mucho ojo, no solamente hablamos de las condiciones materiales que, por supuesto, son importantes, sino también de las emocionales. Tampoco es lo mismo estar en una casa, del tamaño que sea, con una pareja o famlia con relaciones positivas, que en un un lugar donde las relaciones son disfuncionales. Eso tampoco es calidad de vida.

2. Otro ejemplo de cómo vemos estos dos términos mezclados, es que nos la vivimos diciendo que parte de nuestra felicidad y de nuestro éxito consiste en cumplir nuestros sueños. Ya quiero ver que un campesino en la Edad Media estuviera pensando en cumplir sus sueños, ¡no hay manera! Esto es algo muy, pero muy de nuestros tiempos. Tenemos por ejemplo a Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk, quienes están cumpliendo sus sueños de ir al espacio, pero ¿tenemos la certeza de que eso los hace más felices? ¡Claro que no! Todos los días los humanos modernos nos paramos en la mañana y decimos “quiero cumplir mis sueños” y entonces hacemos enormes sacrificios, cada quien a su nivel, comprando departamento, yendo al gimnasio, comprando la bicicleta, el coche, etc, para ser felices. Pero, ¿lo somos? Y si sí, ¿es a raíz de que logramos comprarnos eso que tanto soñábamos?

Formas de entender el éxito 

La primera es entender el éxito como una manera de estar involucrado, engagement es el término que se utiliza en inglés y se entiende como involucramiento, pero también como compromiso, el nivel de compromiso que tenemos con las cosas que hacemos, y eso es una manera de medir el éxito. Hablando precisamente de Richard Branson, es sorprendente que un hombre que ha logrado tanto y ha alcanzado tanto, se apasione con cosas tan sencillas como platicar con estudiantes, hablar de sus proyectos, engancharse en conversaciones cuando uno pensaría, “oye, ese hombre debería estar viviendo en su isla rascándose la barriga”. Sin embargo, su nivel de involucramiento, como él mismo dice, apasionarse con lo que uno hace es la clave del éxito. Eso es una manera de entender el éxito directamente asociado con la felicidad. Éxito e involucramiento, cuando están asociados, es una manera de entenderlo con respecto a la felicidad.

Otra forma tiene que ver con medir el éxito de acuerdo con los valores que uno tiene. Esto es algo muy importante porque en nuestra sociedad muchas veces el éxito se entiende como lograr el reconocimiento a costa de lo que sea y eso no es una manera positiva de entenderlo.  Tony Hsieh, quien fuera durante muchos años CEO de Zappos (una compañía de venta en línea que creció tanto que la compró Amazon), tenía una frase en la que pedía a la gente que siempre hiciera las cosas de acuerdo con sus valores, que una compañía basada en valores era una compañía que iba a crecer. La empresa fue durante muchos años una compañía ganadora, pero no únicamente por sus ganancias económicas, sino por ser considerada una compañía donde los empleados eran los más felices del planeta. Si nosotros vivimos con respecto a nuestros valores, ahí podemos medir el éxito de cada uno y por lo tanto, ser felices.

Tercero, si el éxito está relaciona con el disfrute, con las ganas, con el goce con el cual uno hace las cosas, entonces sí es posible relacionarlo con la felicidad, solamente que esto se mide únicamente en el corto plazo. Hay que trabajar muy duro y hay que trabajar con ganas, con goce, si estamos trabajando y estamos gozando con lo que estamos haciendo así podemos relacionar el éxito con este disfrute de la vida. En el día a día es común ver personas que están gozando mucho lo que están haciendo y si esas personas miden su éxito con respecto a ese goce, ahí podrán tener un indicador muy claro de su nivel de felicidad. Solamente que eso no es una felicidad duradera.

Si el éxito tiene que ve con el propósito de vida que uno tiene y no con metas a corto plazo, entonces sí, ese éxito puede tener una relación con la felicidad. Stephen Covey, autor del libro clásico Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, tiene una frase muy bonita que dice, si tú piensas detalladamente en cuál quieres que sea tu epitafio, las palabras que quieres que digan de ti una vez que estés muerto, bueno, esa es tu definición de éxito. Qué fuerte, ¿no? Pero también qué manera tan bonita, tan elegante y tan inteligente de medir el éxito con respecto a tu propósito de vida. ¿Cuáles son las palabras que vas a escoger el día de tu muerte, cómo quieres que te recuerden las personas? Pues esa manera en que quieres que te recuerden, esa es la manera en que tú quieres definir tu éxito, porque automáticamente estás hablando de tu propósito de vida, entonces hay una forma de conciliar el éxito con la felicidad.

Si el éxito se da como resultado de la felicidad y no al revés, entonces, estamos en la definición correcta. Muchos académicos conducidos por dos de los estudiosos de la felicidad, Tal Ben Sha-har y Sonja Lyubomirisky han demostrado con mucha claridad que el éxito no siempre conduce a la felicidad, en cambio la gente feliz siempre es exitosa.

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