¿Cómo te afecta la venganza y por qué debes soltar el sentimiento?

Se te mete un coche y, en vez de dejarlo pasar, lo persigues por todo el periférico para recordarle a su madrecita. ¿POOOOR? Por una sed irracional e inconsciente de venganza. Ve cómo te puede afectar y ¡suéltala ya!

Compartir

EL CICLO SIN FIN
Cuando alguien nos lastima, aparte del dolor físico, nos hiere emocional y mentalmente. Como nos sentimos amenazados, la amígdala y el área temporal se activan y mandan la señal para producir adrenalina, por eso nos ponemos en alerta y queremos hacer algo al respecto. En ese momento, la venganza se convierte en una meta y nuestro cerebro echa a andar los centros de recompensa y objetivos, y hasta que no logremos vengarnos no estamos en paz. Si no controlamos esa sed de venganza podemos caer en una obsesión patológica que nos va a chupar el alma o en algún crimen del que luego nos vamos a arrepentir.

Las personas que se obsesionan con la búsqueda de venganza viven en constante confusión porque están todo el tiempo a la expectativa de un ataque, por eso pueden experimentar:
*Insomnio
*Irritabilidad
*Sobreestimulación
*Falta de concentración

El problema de verla como una meta es que no buscamos restaurar un daño y sentirnos mejor, sino hacerle “aprender” al otro, a punta de trancazos, que lo que hizo estuvo mal.

VENENO VIL
Crecimos con películas que nos bombardean la línea de que en el momento en que el “héroe” logra vengarse se sublima, pero detrás de esa satisfacción hay un esquema mental bien arraigado, la famosa ley de ojo por ojo. Lo que no nos cuentan es que la sed de venganza nos arrebata el coraje, las convicciones, a confianza y nos pone a merced de nuestro juez interior (nos la pasamos cuestionando por qué no lo vimos venir o si pudimos haber hecho algo para evitarlo). La venganza te hace quedarte pegado en lo malo y darle vueltas sin parar, cosa que empeora el enojo (por eso te sientes más fúrico cuando repasas lo que te hicieron) y hace imposible que lo dejes ir. La sed de venganza te mantiene concentrado en el daño que te hicieron y no avanzar.

CACHETADA CON GUANTE BLANCO
Mucha gente quiere aliviar el dolor psíquico buscando revancha, pero hay mejore maneras de hacerlo:

  1. Enfocándonos en el futuro y en construir algo personal o socialmente significativo. Cuando afrontas el dolor con el esfuerzo de lograr algo, la mente se engancha de lo posible en vez de lo pasado. Como cuando te “vengas” del novio que te dejó plantada en el altar permitiéndote estar mejor que nunca, porque en vez de estar maquinando un plan para hacerle daño te concentras en ti. Esto te empodera y hace que recuperes la confianza.
  2. Cultivando la congruencia. Se trata de convertir lo malo en bueno sin traicionar nuestros valores, nuestra personalidad y la imagen que tenemos de nosotros mismos. ¿Crees que te sentirías bien lastimando a alguien que hizo lo mismo?
  3. Perdonando. Darle la vuelta a la página es más fácil si tomamos el aprendizaje y entendemos que por algo pasó como pasó. De hecho, las ganas de vengarnos se pueden convertir en una oportunidad de ejercitar nuestros valores.

HAZ EL BIEN, BIEN
No hay mejor “venganza” que estar bien y seguir adelante. Se trata de encontrar satisfacción psicológica enseñándole al otro la mejor lección: yo puedo comportarme mejor que tú.

¿Te gustó esta nota? Califícala

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (8 votes, average: 4.75 out of 5)
Loading...

Sé el primero en comentar este artículo

Dejar una respuesta