Salud mental
Por: Berenice Villatoro
Darte cuenta que ya no tienes sueños hacia el futuro, podría ser una razón por la que debes conectar con tu niño interior.
Conectar con nuestro niño interior no es solo algo simbólico: es clave para entendernos mejor. Ahí viven muchas de nuestras primeras memorias, pero también miedos, creencias y heridas que seguimos cargando (aunque ya no usemos mochila escolar). Al escucharlo y validarlo, comprendemos de dónde vienen muchas de nuestras reacciones actuales: inseguridades, formas de amar, de enojarnos, de pedir atención. Te compartimos cómo conectar con tu niño interior.
En un sentido cero físico, pero sí psicológico y emocional, es así como nos referimos a esa parte de nuestra mente donde se guardan las vivencias, emociones y creencias formadas en la infancia. Ese niño no es una fantasía, es un conjunto real de recuerdos, necesidades no satisfechas, miedos y alegrías que viven en nosotros.
También lee: 10 cosas que hacías de niño y deberías seguir haciendo
Aparece cuando algo nos hace sentir vulnerables, inseguros o profundamente felices. Reconocerlo no solo es válido, sino sanador.
Para tenerlo más que cerca, es importante que aprendamos a conectar con él, con lo que vivimos, pero sobre todo, con lo que somos capaces de ser.
Tu niño interior suele hablarte a través de lo que sientes: tristeza sin razón aparente, miedo al rechazo, o incluso una emoción intensa frente a algo, que según tú, no es importante. En lugar de ignorarlo, ponle atención: ¿Qué necesita esta parte de mí? ¿Qué me está queriendo decir? Valida tus emociones siempre.
Pinta, baila, juega, canta, haz castillos de almohadas, anda en bici sin rumbo o ve una caricatura vieja. Estas actividades despiertan la alegría y creatividad de tu infancia, y mandan un mensaje interno de: “No todo es responsabilidad. También merezco pasarla bien”.
Imagina que puedes hablarle a tu versión de 5, 7 u 8 años. Escríbele con amor, reconociendo lo valiente, curioso o sensible que era.
También lee: Movie Time: Películas para niños que entiendes cuando eres adulto
Busca un espacio tranquilo, cierra los ojos y visualiza a tu yo pequeño. Obsérvalo: ¿cómo está? ¿Qué necesita? ¿Cómo puedes abrazarlo o consolarlo? Esta técnica de visualización ayuda a reconectar con partes olvidadas de ti y a darles contención emocional desde tu versión adulta.
Muchos cargamos con vacíos o heridas de infancia. Hoy, tú puedes darte lo que no recibiste: seguridad, ternura, validación, libertad, cuidado. Eso significa ponerte límites, descansar sin culpa, hablarte con cariño o permitirte llorar cuando lo necesites.
También lee:
Por: Berenice Villatoro