¿Cómo apagar el ruido mental que no te deja en paz?

Pensar las cosas demasiado no es una cualidad, de hecho, te puede llevar a sufrir depresión y ansiedad, así que bájale

Compartir

Por Omar López

Las vacas rumian, regurgitan la comida y la vuelven a comer, lo mismo haces tú con tus pensamientos e ideas, les das vueltas y vueltas sin nunca llegar a nada. Susan Nolen-Hoeksema, de la Universidad de Yale y autora del libro Mujeres que piensan demasiado, empezó a estudiar los pensamientos negativos y se dio cuenta de que no solo eran demasiados, sino que nunca se resolvían y ese era el verdadero problema. Ella fue quien acuñó el término rumiación e hizo la relación entre las personas que se deprimen o se ansían y las que rumian.

¿POR QUÉ YO?

¿Has visto el típico meme en el que un hombre está viendo el futbol, pensando SOLO en futbol y la mujer viéndolo y pensando si la querrá? Pues es absolutamente representativo de la realidad.

Estadísticamente, las mujeres tienden a rumiar más que los hombres por su tendencia biológica a ser más protectoras y estar más alertas. Pero básicamente, son las personas más aprehensivas y ansiosas quienes suelen poner más atención a los pensamientos intrusivos.

La gran mayoría de los seres humanos tienen estas intrusiones, pero sencillamente no les hacen caso. Pero existe una población con problemas mentales (13% que tienen ansiedad y entre un 10 y 20% con depresión) que dedican una buena parte de su tiempo a rumiar. Y no es que esta rumiación cause depresión o ansiedad, pero sí tiene un papel importante en estas patologías.

¿INDECISO O RUMIANTE?

Los procesos de decisión no deben tomar mucho tiempo, un ejemplo que a mí me gusta poner es con la gente que está casada. Si les pregunto “¿cuánto tiempo te tomó decidirlo?”, casi todo el mundo te va a contestar que lo decidió en unos segundos y eso que es quizá una de las decisiones más trascendentales de tu vida. Pocas personas contestan que se tardaron mucho decidiendo.

A lo que voy es que no creo que una decisión, sea simple, compleja, trascendental o poco trascendental, se tome “mejor” si se piensa demasiado que si solo te tomas algunos segundos o minutos. Generalmente el proceso decisional es mutuamente excluyente del pensamiento, dicho de otra forma, o decides o piensas.

De hecho, este exceso de pensamiento indica que estás ante una persona ansiosa, deprimida u obsesiva. Estas personas tienen una enorme tendencia a no ser capaces de tomar decisiones correctamente y mucho menos rápidamente. Existen casos tan severos que la persona no puede decidir siquiera si bañarse o no, esto se llama duda patológica. Pero en casos de personas mentalmente sanas, los procesos decisionales deben ser rápidos. 

PREGÚUUNTAME…O NO

Es importante distinguir entre las preguntas tóxicas o intrusivas, que son más bien las que no te van a llevar a ningún lado, y las simples.

Preguntas complejas (tóxicas o intrusivas): Son aquellas que no tienen respuesta y para tratar de con- testarlas te meten en un proceso de rumiación ansiosa o en un estado depresivo, de enojo, de emociones negativas. Por ejemplo, si te preguntas, ¿qué va a ser de este país?, pues por más que te pongas a pensar, no puedes llegar a una conclusión. Es una pregunta que involucra un sistema complejo, que está más allá del alcance decisional que pueda tener tu mente. Este tipo de preguntas te llevan a un estado de ansiedad y te puedes pasar seis o siete horas tratando de contestarlas sin llegar a nada. Preguntas simples: Estas tienen una respuesta rápida, ¿cuál es la fecha límite para pagar la luz? El 20 de marzo. Estas preguntas son de la vida más práctica y normal- mente tienen una respuesta rápida, sencilla y te llevan a la acción o a un proceso decisional normal, que no te impide seguir con tu día o incluso tu vida, pero si hasta estas te causan conflicto, tienes un problema aún mayor.

LA DE LOS CUATRO MINUTOS

Rumiar concretamente es tratar de responder una pregunta de un sistema e invertir más de cuatro minutos en tratar de hacerlo. Ese es el criterio clínico, y efectivamente, si estás más de cuatro minutos dándole vueltas a algo sin llegar a ninguna conclusión, lo más probable es que estés rumiando y hay que pararlo.

CON TODO O CON ALGUNOS

Normalmente el que rumia, rumia con todo, puede empezar con cualquier cosa y se genera un tren de pensamiento negativo, entonces uno empieza a engancharse y de ahí no sales. Una cosa lleva a la otra y un pensamiento irrelevante 

CUANDO EMPIECES A RUMIAR PREGÚNTATE…

  1. ¿Este problema tiene solución? Sé muy sincero, y si es algo que no puedes resolver tú, que no está en tus manos, déjalo ir
  1. ¿Me estoy enfocando en el problema o en la solución? Si solo estás creando escenarios que resultarían del problema, no estás buscando una respuesta, trata de llevar tus pensamientos hacia esas soluciones
  1. ¿Qué estoy logrando al pensar en esto? Si por tu mente solo pasan frases como “ojalá las cosas fueran diferentes”, no te estás ayudando, cambia el enfoque o intenta ver el problema desde otro ángulo para ver qué puedes resolver  comienza a ponerse más grave hasta que acabas cuestionándote hasta tu propio valor, la situación existencial y cada decisión que has tomado a lo largo de tu vida.

Una persona que está en depresión intensa o sufre de ansiedad intensa, ya trae una carga de rumiación muy grande, de muchos años. No hay persona deprimida, ansiosa o con cuestión obsesiva compulsiva que no rumie, por eso recientemente se han enfocado las terapias en dejar de hacerlo, en darle al cerebro la instrucción consciente de cambiar el pensamiento.

CÓMO LE PARO

En general, la psicoterapia enfocada en suspender los procesos de rumiación es muy nueva. Lo más importan- te para lograrlo es llegar a un estado en el que tus pensamientos no importen; que lo que importe sea cómo te relaciones con tus pensamientos, cómo respondes a ellos y cuánto tiempo inviertes respondiendo.

Por ejemplo, si te viene a la mente la pregunta “¿soy feliz?”, piensa si tiene respuesta, si es relevante y si te aporta algo. La realidad es que no, es una pregunta que te va a tomar mucho tiempo, no vas a encontrar una res- puesta satisfactoria y probablemente solo te lleve a más preguntas sin respuesta. Entonces, date a ti mismo la instrucción de cambiar la pregunta, ver otro ángulo y darle vuelta a la página.

Ahora, dejar de rumiar tampoco es tan fácil, porque requiere de pasos muy específicos y la gente que está acostumbrada a rumiar ya lleva muchos años haciéndolo. Vale la pena hacer la distinción de que rumiar no es pensar, hasta son lo opuesto. Si te pones a estudiar un tema, sacas conclusiones, eso es pensar; la rumiación es un proceso reiterado respecto a las mismas preguntas, que van abriendo otras preguntas, que básicamente se caracterizan por no llevarte a ningún lado. Por lo tanto, tienes que cerrarles la puerta. 

¿Te gustó esta nota? Califícala

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (23 votes, average: 4.35 out of 5)
Loading...

Sé el primero en comentar este artículo

Dejar una respuesta