Anhedonia: cuando nada te causa placer

¿Te imaginas que nada te dé placer? Literalmente, nada. Ni la comida, ni el sexo, ni el ejercicio, ni una carcajada; que nada te cause felicidad

Un error muy frecuente en cuanto al trabajo de una correcta identificación de las emociones es pensar que la tristeza es sinónimo de depresión. Cuántas veces no hemos utilizado de forma intercambiable estas dos palabras para describir solo un estado de ánimo bajo pasajero y que probablemente está relacionado a un factor externo que me hizo sentir frustrado y con tristeza en mi corazón.

Es así que, al hablar de depresión, no referimos a la enfermedad del cerebro caracterizada principalmente por dos síntomas que se presentan de forma consistente y afectan mi calidad de vida y mi interacción con el mundo: la ya tan llevada y traída tristeza, y uno menos mencionando, con nombre griego, pero que es un dato en ocasiones más relevante que la tristeza: la anhedonia.

La palabra ANHEDONIA (acuñada en 1987 por Ribot, psicólogo y filósofo francés), significa “an”: falta de, “hedoné”: placer. 

Cuando hablamos de anhedonia nos referimos a la incapacidad para sentir placer en las cosas y situaciones que antes lo producían. Esta última parte es importantísima: antes sí te lo producían, En el estudio moderno de la génesis de la depresión hemos llegado al punto de definir dos tipos de síntomas predominantes:

• Los presentes, aumentan los índices de tristeza, insomnio, ansiedad y desesperación
• Los ausentes, se reduce la capacidad de pensar correctamente, de decidir de parar los pensamientos negativos y, sobre todo, de sentir bonito y de disfrutar de la vida

Este tipo de observaciones en cuanto a agrupar los síntomas, resulta que también tienen un fundamento neuroquímico de disfunciones celulares. Para el grupo de los síntomas presentes se trata de una disminución en los índices de serotonina a nivel de la corteza prefrontal de ambos lados del cerebro. En cuanto los síntomas ausentes, las manifestaciones intelectuales y cognitivas, se modifica a la baja la modulación de noradrenalina en la corteza prefrontal.

Y en específico, con respecto a la anhedonia, se interrumpe el adecuado flujo de dopamina desde su centro de producción y el núcleo al resto del sistema límbico, que como ya hemos mencionado en otras participaciones, es el nicho emocional de las emociones. Este sitio nuevo y de nombre raro es el rincón donde reconocemos las situaciones deliciosas y satisfactorias de la vida. Cuando como algo que me gusta, más mis dulces favoritos, veo a mi equipo preferido o estoy con las personas que amo, se llena y derrama dopamina.

El lado oscuro de la dopamina es que es tan rica que se vuelve adictiva, y es la culpable de que los gustos se conviertan en vicios: cafeína, nicotina, alcohol y drogas más duras, deportes extremos y adicciones a comportamientos disfuncionales como el sexo o las apuestas. Y muchas veces esas adicciones, que no suben tanto y luego nos tiran, son las que nos llevan a esa falta de placer, justo por habernos excedido.

¿Si ya me dio?

Lo más importante es encontrar la causa, porque prácticamente siempre viene acompañando a otra trastorno. En algunos casos puede ser necesario recurrir a medicamentos para calmar primero el trastorno principal, mientras que en otros, la anhedonia puede aparecer aislada en épocas de mucho estrés, y con algún proceso de terapia se eliminan tanto la causa como los síntomas.

Por todas estas interacciones resulta súper importante estar sensible para reconocer la anhedonia, si es que se presenta, porque puede ser un marcador precoz de que estoy deprimido y puede llegar incluso meses antes de que esté consciente de que estoy sintiendo tristeza o ansiedad. Además de que puede ser un componente fundamental de la depresión atípica (más difícil de reconocer, pero igual o más discapacitante), donde los síntomas giran alrededor de alteraciones en noradrenalina y dopamina; por lo tanto, en problemas cognitivos y de funcionamiento, irritabilidad y la famosa anhedonia.

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