Dreamers… el despertar a la realidad

La aculturación no solo es un fenómeno cultural que afectan a los grupos, sino que se da de manera individual que transforma la conducta de la persona.

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La adaptación es un proceso que se da desde los organismos más primitivos, hasta los más complejos. La Tierra, como la conocemos, es el resultado de la adaptación a una serie de condiciones más o menos hostiles. Darwin lo dijo: “los más fuertes de la especie son los que sobreviven. Esos supervivientes, a su vez, se reproducen y van formando una especie más resistente al ambiente. Es biología básica y es también la base de la sociedad humana”.

Si bien todas las especies del reino animal están acostumbradas a migrar, para los humanos resulta bastante más complicado, porque tendemos a echar raíces. Cuando Donald Trump amenaza con enviar a los dreamers de regreso a México, es como si pensara que puede arrancar árboles que crecieron en su país y mandarlos de regreso. La medida forma parte de un discurso que ya conocemos: el odio dirigido hacia las minorías. Lo triste del asunto es que en efecto, el gobierno puede –y amenaza– con enviar a aproximadamente 600,000 dreamers, hijos de migrantes mexicanos que han crecido en Estados Unidos, de regreso a nuestro país.

La migración implica una serie de procesos mentales nada sencillos, pues el migrante tiene que aceptar la pérdida de su realidad e insertarse en otra. Los dreamers son hijos de latinos (mexicanos en su mayoría) que no necesariamente hablan español. Se ha observado que muchas segundas o terceras generaciones de migrantes tienden a aceptar mucho más la identidad americana que la mexicana. Esto se debe al proceso de aculturación, en el cual quien desee ser parte de su nuevo entorno, debe aceptar la cultura nueva, hablar su idioma, pasar de ser María a ser Mary. Es parte del sentido de pertenencia a aquello que nos rodea.

La aculturación no solo es un fenómeno cultural que afectan a los grupos, sino que se da de manera individual que transforma la conducta de la persona, sus modos de vida, actitudes y valores previos, modifica su identidad al tener contacto con una nueva cultura. Cada sujeto se adapta a su entorno de forma distinta, algunos se habitúan rápidamente, otros más se resisten al cambio.

Entendamos que este proceso de aculturación para los dreamers es un reto enorme. Se encuentran ante la conflictiva de no ser de aquí, ni de allá. Su identidad es confusa y están siendo víctimas de un sistema abiertamente racista. Los persigue la idea de ser deportados y aventados a un país con el que comparten historia, pero no presente ni pasado cercano. Después de la lucha que implicó ser un dreamer, ahora tendrían que adaptarse a ser eso de lo que sus padres huyeron.

Los dreamers están bajo mucha presión, pues están en un momento de incertidumbre, donde su futuro es incierto; estos niveles de estrés podría incluso llegar a la depresión. Saben que tienen raíces mexicanas, seguramente han escuchado hablar de sus tradiciones y costumbres, pero no son parte de ellas.

Aunado a esto, podemos considerar tres factores fundamentales: Naturaleza de la sociedad receptora, cómo serán aceptados en su nuevo entorno, qué actitud tomará la gente, cómo serán tratados; características socio-demográficas del individuo, la formación educativa, lenguaje, cultura, y por último las características psicológicas individuales, ¿se adaptarán rápido o se resistirán al cambio?

En materia educativa, representa para México un gran desafío recibir a estos niños y jóvenes, que evidentemente tienen mejor preparación. Además de ser bilingües o en algunos casos solo hablan inglés. ¿Podrá nuestro país, ofrecer las oportunidades educativas y laborales necesarias para los dreamers?

Sin embargo, las especies se adaptan. La historia nos demuestra que si bien las migraciones forzadas tienen un inicio trágico, a la larga enriquecen a su territorio nuevo (hecho que el pensamiento trumpiano ignora).

Como ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial llegaron a Argentina (y a Nueva York) un gran número de judíos, dejando atrás un genocidio. Algunos de estos judíos eran psicoanalistas, lo cual permitió que el movimiento psicoanalítico floreciera en Buenos Aires como en ningún otro lugar del mundo. Hoy en día, la salud mental es una prioridad en Argentina, y se le conoce como la capital del psicoanálisis; es un modelo a seguir para el resto del mundo.

Si los dreamers son en efecto deportados, el reto será enorme. Sin embargo, no olvidemos que nuestros mexicanos en Estados Unidos han demostrado su capacidad de adaptación. Han probado ser especímenes resistentes dentro de su especie, y de ser necesario, lo volverán a demostrar.

Por: Erika Lepiavka, Psicoanalista
Twitter: @lepiavka

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