Otra vez no pasa nada

La app que podría ayudar para espiar a terroristas y otros grupos violentos, el gobierno mexicano la utiliza para espiar a periodistas,

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Otra vez fue la prensa. Claro, la prensa crítica. En cualquier país sano cualquiera de las dos investigaciones periodísticas hubiera provocado renuncias y un tsunami político y social. En cualquier país sano la sociedad estaría exigiendo respuestas. En cualquier país sano la prensa no soltaría el tema hasta obtener respuestas. Pero México no tiene un gobierno sano, ni partidos políticos que funcionen como contrapeso, en su grandísima mayoría tampoco hay medios de comunicación que cumplan una función distinta a la de entretener y, aceptemos lo que nos toca, tampoco hay una sociedad que se asuma como agente de cambio y poseedora de libertades y derechos.

La semana pasada, ProPublica y National Geographic dieron a conocer su investigación llamada Anatomía de una masacre. Se trata de un gran trabajo que relata con testimonios la mayor masacre de civiles en nuestra historia. Sí, la mayor y no generó ninguna indignación como la que veríamos en un país civilizado, tampoco hubo un seguimiento por gran parte de los medios.

Ya ha habido acercamientos académicos y periodísticos para explicar y analizar lo ocurrido pero nunca una historia narrada con la voz de las víctimas, sus familiares, perpetradores y autoridades. El número de desaparecidos y/o asesinados puede alcanzar los cientos de personas, todo como venganza de los zetas por una traición. La DEA consiguió información con un zeta para dar con los líderes de esa organización, compartió la información con autoridades mexicanas que de inmediato la pasaron a los zetas. Hay participación y omisiones de los gobiernos municipales, estatal y federal.

Nada más importante que conocer este hecho. Recomiendo leer el reportaje periodístico. Aquí lo encuentran.

Por otra parte, esta semana otro trabajo periodístico, ahora del NY Times, rebeló que el gobierno mexicano ha utilizado software sofisticado y carísimo para intervenir teléfonos inteligentes. Mediante un SMS se manda una liga, al presionarla se toma la información que contiene el teléfono, hoy tenemos la vida entera allí, y puede acceder a la cámara y micrófono del dispositivo. Con ello pueden saber lo que hacemos y decimos. Hasta aquí nada anormal, todos los gobiernos lo hacen, de hecho esa aplicación solo se vende a gobiernos para espiar a terroristas y otros grupos violentos.

Pero no, nuestro gobierno la ha utilizado para espiar a periodistas, especialistas y defensores de derechos humanos. En lugar de preocuparse por generar información que permita disminuir la capacidad del crimen organizado, el Estado utiliza herramientas para espiar a ciudadanos. Los críticos del gobierno ahora son tratados como enemigos peligrosos. Ese es el nivel del gobierno que tenemos en este país que cada vez tiene menos alternativas.

En serio, ¿permitiremos este nivel de descomposición? ¿De qué magnitud se requiere una masacre para que este país despierte? ¿Qué derechos vulnerados se necesitan para que la mayoría de los medios entienda que en estas condiciones debe tomar partido del lado de los derechos, del lado de las víctimas? En serio, ¿creen que la alternancia de partidos políticos solucionará los problemas? Sin ciudadanía no hay democracia. Sin sociedad organizada no hay interlocución posible.

¿Seguiremos normalizando el horror, la corrupción, la impunidad, la simulación, el cinismo y la mierda en proporciones bíblicas? Cada quien debe decidir qué lugar tomar en momentos como este. Se trata de nuestros derechos, de nuestras libertades y de nuestro futuro.

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