Diplomacia y calma

La situación en el mundo no es la mejor ni mucho menos pero hay que tomar las cosas con calma y darle espacio a la diplomacia.

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La semana arrancó con mucho sobresalto. Tres atentados en un día. El asesinato del embajador ruso en Turquía, un atentado en Berlín y un tiroteo en Zúrich. Los eventos difícilmente están conectados pero son una muestra de lo crispado que está el mundo.

El asesinato en Turquía es producto del horror perpetrado en Alepo por Rusia, Irán y el gobierno sirio. Un policía turco asesinó al embajador ruso mientras gritaba que Alepo ni Siria no podía ser olvidados, y agregó “mientras nuestras ciudades no estén seguras, ustedes no gozarán de seguridad. Solo la muerte me sacará de aquí. Todos los involucrados en este sufrimiento pagarán el precio”. A reserva de lo que las investigaciones arrojen, se trata de una venganza por la masacre de Alepo.

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Este asesinato generó mucho temor por su parecido con otros asesinatos que desencadenaron gran violencia.

El más conocido es el asesinato, en Sarajevo, Bosnia, del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona del imperio Austrohúngaro, el 28 de junio de 1914 a manos del nacionalista serbio Gavrilo Princip. Los serbios reclamaban Bosnia como propia y la presencia del archiduque trazaba vínculos de esa tierra con Croacia. Todo muy enredado, y así de enredado se fue manejando la crisis diplomática hasta que el 1 de septiembre inició la Primera Guerra Mundial.

No es para menos tener miedo por el asesinato del embajador ruso si tenemos solo este antecedente, pero hay más. El 15 de marzo de 1921 en Berlín, como venganza por el genocidio armenio, iniciado en 1915, a manos del Imperio Otomano, Soghomon Tehlirian asesinó a Talaat Pasha, uno de los responsables del primer genocidio del siglo XX. La crisis fue bien manejada e incluso durante el juicio contra Tehlirian, un joven abogado polaco se hizo una pregunta muy pertinente. ¿Por qué se castiga a un hombre que asesina a otro y no a quien asesino a más de un millón? Pasha no había sido condenado por sus actos. Este joven abogado era Raphael Lemkin, el padre del término genocidio y de la legislación internacional que pretende prevenir y sancionarlo.

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Años después, el 7 de noviembre de 1938, Herschel Grynszpan, judío polaco-alemán, asesinó en París al diplomático alemán Ernst vom Rath como venganza por las políticas discriminatorias y de segregación que los nazis implementaban contra la población judía antes de la guerra. La respuesta del gobierno alemán fue brutal, el 9 de noviembre se llevó a cabo en una agresión contra personas y propiedades judías conocida como La noche de los cristales rotos.

Estos son algunos de los ejemplos que podemos tener sobre asesinatos similares como respuesta a agresiones realizadas por el país de la víctima del atentado.

No hay que sacar conclusiones sobre el futuro inmediato. Las redes sociales se llenaron de alertas por el asesinato del embajador ruso y presagiaban un enfrentamiento militar. Nada está descartado pero hay que tener paciencia y no sacar conclusiones simplistas. Los gobiernos turco y ruso han manejado, hasta ahora, la crisis de manera responsable.

La situación en el mundo no es la mejor ni mucho menos pero hay que tomar las cosas con calma y darle espacio a la diplomacia. La historia no es condena.

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Experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales.

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