De nuevo una matanza en Estados Unidos

Ocurre una tragedia, se lamenta, se discute por unas semanas, se olvida y reinicia el ciclo. Esta vez fue en Orlando, ¿qué pasó?

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Ocurre una tragedia, se lamenta, se discute por unas semanas, se olvida y reinicia el ciclo. Así ha sido la historia de los últimos años en los Estados Unidos donde de manera cada vez más frecuente se ven actos como el del pasado fin de semana en Orlando, Florida.

El diario británico The Guardian publicó un conteo de los eventos en los que se registraron tiroteos contra grupos de personas en Estados Unidos en los años recientes. Contabiliza mil casos desde 2013 (1,260 días) en los que han sido asesinadas 1,140 personas y 3,942 han resultado heridas.

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El de este fin de semana es el más sangriento de su historia con al menos 50 muertos, destacando otros como el de San Bernardino de diciembre 2015 con 16 muertos y el de la escuela Sandy Hook de diciembre 2012 con 20 niños asesinados.

Esta es la dimensión de la crisis por la falta de controles en la venta de todo tipo de armas. En palabras de Barack Obama: “Tenemos un patrón de asesinatos masivos en nuestro país que no tiene paralelo alguno en el mundo”. Estudios de las universidades de Harvard y Northeastern reportan que entre 1982 y 2011 se presentaban este tipo de actos muy violentos cada 200 días en los Estados Unidos, desde entonces la frecuencia se ha reducido a 64 días.

El debate se centra en el control de venta y posesión de armas. Una lectura sesgada de la Segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos junto con ríos de dinero para lograr el favor de congresistas por parte de la Asociación Nacional del Rifle y la visión de sectores radicales dentro del Partido Republicano han logrado mantener la capacidad de casi cualquier ciudadano de hacerse de armas de fuego con capacidades militares.

La opinión pública norteamericana se encuentra prácticamente dividida en mitades sobre si colocar controles o no a la venta de armas. Solo por presión ciudadana esto podría cambiar.

En esta ocasión fue en Orlando, Florida al interior de un bar gay. A partir de los hechos empezaron a surgir varias hipótesis que solo muestran la necesidad urgente de nuestra sociedad por entender las razones de los hechos a una velocidad innecesaria. Unos afirmando que es un acto de homofobia, otros que es fundamentalismo islámico, otros que es un ataque a las libertades occidentales y un largo etcétera.

Las redes sociales se inundaron de teorías, lugares comunes y explicaciones al vapor. Lo que se mostró fueron los perores miedos de nuestra sociedad, sus prejuicios y fobias. También fue evidente el oportunismo ideológico y político de la tragedia.

El perpetrador era de origen afgano y se informó que llamó al 911 y juró lealtad al Estado Islámico. Esto no significa que detrás del atentado se encuentra la organización genocida y terrorista del Estado Islámico. Hasta ahora, repito, hasta ahora, aparenta ser un atentado perpetrado por un “lobo solitario”, es decir, una persona que sin vínculo con el grupo terrorista se siente atraído por su mensaje y decide actuar por voluntad propia. Sin embargo, voces como la de Trump ya vincularon el hecho al fundamentalismo islámico y pretende sacar provecho electoral de ello. El discurso de odio en el espacio público está siendo socialmente tolerado de manera preocupante, calentar la arena pública y polarizar a la sociedad genera esta violencia. Sin ningún costo moral se discrimina, agrede e intentan imponer ideologías.

Este tipo de actos violentos tienen distintos móviles, uno más y otros menos sofisticados y perversos, pero todos se pueden realizar debido a la facilidad con que en los Estados Unidos se puede acceder a armas de fuego.

La esperanza de acabar con esta violencia se diluye cuando se lee que ejecutivos de la industria de armas comentan que estos asesinatos masivos son buenos para la venta de armas, generan miedo y demanda de sus productos.

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