Salud
Por: Sofía Leviaguirre
En plena temporada de fiestas, entender qué cantidad de alcohol es segura tomar y cómo regularse es súper importante.
El alcohol pasa por tu sangre, tu hígado y tu cerebro… y aunque cada cuerpo es distinto, sí hay una dosis a partir de la cual empiezan los problemas. Aquí te contamos qué dice la ciencia sobre cuánto puedes beber sin pagar la factura al día siguiente.
Existen algunas recomendaciones generales, pero la tolerancia al alcohol varía según el peso, la edad, el metabolismo y los hábitos de cada persona. De todos modos, existen cosas que pueden ayudarte a tomar decisiones responsables y evitar consecuencias como la cruda del siglo, la deshidratada de tu vida o accidentes.
La Organización Mundial de la Salud dice que no existe un consumo completamente seguro de alcohol. Aun así, hay algunos límites de bajo riesgo para la mayoría de los adultos.
Para fines prácticos, una unidad estándar de alcohol equivale aproximadamente a:
• Una cerveza regular de 355 ml
• Una copa de vino de 150 ml
• Un trago de licor de 45 ml
Estas medidas contienen cantidades similares de alcohol, aunque su presentación sea distinta porque la concentración de alcohol varía por bebida.
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Para la mayoría de los adultos, el consumo de bajo riesgo está en un máximo de dos bebidas estándar al día y no más de diez por semana. Beber más allá de eso incrementa significativamente el riesgo de problemas de salud como presión alta, enfermedades del hígado, alteraciones en el sueño y aumento de peso. Además, beber rápido o con el estómago vacío intensifica los efectos del alcohol y puede llevar a intoxicaciones que requieren atención médica.
Hay estrategias super simples que te pueden ayudar a regular tu consumo sin perderte de la fiesta. No se trata de dejar de beber por completo, sino de hacerlo de manera consciente y responsable.
Bebe despacio: el cuerpo necesita tiempo para metabolizar el alcohol. Tomar una bebida en un periodo de veinte a treinta minutos permite que los niveles de alcohol en la sangre se mantengan más estables y evita picos que te hagan perder el control.
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Acompaña cada bebida con agua: una de las maneras más fáciles de regularte es alternar cada bebida alcohólica con un vaso de agua. Esto reduce la deshidratación, te ayuda a evitar el dolor de cabeza del día siguiente y alenta el ritmo de consumo.
Come antes y durante el consumo: el alcohol se absorbe más rápido cuando el estómago está vacío. Comer proteínas, grasas saludables o carbohidratos complejos reduce la velocidad de absorción y disminuye los efectos inmediatos. Por lo que más quieras, no tomes sin haber comido nada en todo el día.
Cuenta tus bebidas: Tener un número máximo decidido antes de empezar la reunión te evita tomar impulsivamente.
La clave está en conocer tus límites, regular tu consumo y darle prioridad a tu bienestar. Porque al final, no hay fiesta que merezca que sacrifiques tu salud.
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Por: Sofía Leviaguirre
