Salud
Por: Isela Mendez
Si no es un virus, es el otro… ya suéltenos! Ahora es el herpes zóster el que no nos deja dormir, y el culpable es nada más y nada menos que el mismo que causa la varicela.
¿Por qué a mí? Es la primera pregunta que hacemos cuando nos enfermamos de algo que duele, es molesto, se ve feo y nos pone en pausa. Ahora nos toca hablar del herpes zóster, la culebrilla para los amigos. Y para entenderlo debes de saber que la causa es el virus que provoca la varicela.
Sea cual sea la edad en la que te llenaste de ronchas, este microbio queda en tu sistema nervioso de pooor vida, se vuelve un siamés silencioso de tu cuerpo, pero puede reactivarse cuando le dé la gana. La buena noticia es que no es un caso de vida o muerte, pero de que duele, duele.
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Este herpes es más común en el torso y la cara. El virus regresa en personas con:
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El tratamiento consiste en antirretrovirales orales y analgésicos, así como cuidados que se dejan con cremas secantes y repitelizantes en el área afectada, también es importante evitar una infección sobreagregada bacteriana, manteniendo limpia la zona y lavándose las manos antes de aplicar el medicamento.
Después de los 50 años, que es cuando bajan nuestras defensas o antes en pacientes con defensas bajas, se recomienda aplicar la vacuna Shingrix en el músculo en la parte superior del brazo. Son dos vacunas que se deben de poner separadas de dos a seis meses máximo para así prevenir la aparición del herpes zóster. Se ha visto una protección de la vacuna por más de 10 años, que es el tiempo que llevan los estudios.
Ten en cuenta que el día de la aplicación y el siguiente puedes presentar molestia en el sitio de inyección, cansancio, dolor de cabeza, escalofríos y malestar general, así que si trabajas mejor vacúnate, de preferencia, el fin de semana.
Si una persona con herpes zóster contagia a otra que no sea inmune a la varicela, a esta le dará este mal, no la culebrilla.
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Por: Isela Mendez