Por qué bailamos y cuáles son los beneficios de mover el bote

Todos en algún momento lo hemos hecho, pero ¿por qué lo hacemos? ¿qué nos ha llevado, como especie, a esto?

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Bailar relaja, atrae, genera vínculos entre personas y hasta puede ayudar a aliviar dolores (físicos y mentales). Bailar es, por donde lo veas, una necesidad humana, un instinto que, aunque no seamos expertos, no podemos rechazar. Pero, ¿pooor? Es probable que haya surgido evolutivamente al mismo tiempo que se desarrollaron la posición erecta y los inicios del lenguaje. La danza proviene de la necesidad ritual del hombre, de la necesidad de comunicarnos con nuestros ancestros e invocar la lluvia, la fertilidad, el triunfo o lo que se ocupara, pero también de la comunicación entre humanos cuando las palabras aún no eran lo que son hoy. Los científicos que han estudiado el baile aseguran que este le dio a nuestra especie una ventaja evolutiva que otros animales no tuvieron.

Según un estudio, el ADN de los bailarines tienes dos genes que los hacen mejores comunicadores, además de tener niveles de serotonina más altos que quienes no bailan

1. El baile y el cerebto
Es bien sabido que la música estimula las áreas del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa, como el córtex orbitofrontal. Estas áreas se activan especialmente si la música que nos está haciendo bailar nos gusta muchísimo. Además, el cerebelo se activa porque es el encargado de la coordinación, por lo cual, si bailas horrible, puede que este no te funcione tan bien.

2. Si tú bailas, yo bailo
Las neuronas espejo, que se encuentran en el córtex, son las culpables de que si ves a alguien bailar, no te aguantes y quieras hacer lo mismo.

3. Rituales
Algunos animales, como las abejas, tienen rituales que parecen bailes, pero solo pueden hacerlo las especies capaces de imitar sonidos, como algunas especies de pájaros. Una cacatúa de nombre Snowball, famosa en YouTube por bailar al ritmo de Queen y los BackstreetBoys, lo ha demostrado. Y no, ni tu perro ni tu gato se ponen a bailar contigo, su cerebro no da para tanto. Pero fuera de esos rituales y pájaros bailarines, solo los seres humanos somos capaces de seguir un ritmo, y esto lo hacemos casi desde que nacemos y a partir de los diez meses, empezamos a “bailar”, mucho antes de hablar.

4. El baile como medicina
La secreción de hormonas durante el baile produce sensaciones de relajación y felicidad, mecanismo del que también se vale la medicina. Por ejemplo, el baile puede producir una mejoría en la movilidad de los enfermos de mal de párkinson. También se utiliza pra tratar a personas afectadas por traumas, autismo, demencia y depresión.

5. Buen bailarín, buena pareja
El primero en asociarla reproducción y el baile fue Darwin, pero recientemente se han hecho estudios que aseguran que las mujeres consideran que un hombre que baila bien y con mucha energía, será mejor proveedor; además, prefieren a los hombres que al bailar involucran movimientos relacionados con la parte superior del cuerpo: giros, inclinaciones fluidas, movimientos de torso y cabeza. Y resulta también que, de forma inconsciente, un hombre puede leer en los bailes de una mujer su grado de fertilidad. Así que al final seguimos siendo casi monos.

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Jefa Editorial Web de Revista moi

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