La Navidad es bonita siempre y cuando no sea a fuerza con 178 reuniones súper obligadas y con pura gente que ni te importa
“¡Nos tenemos que ver antes de que termine el año!”
¿Por? Es que, si no te vi en tooodo un año, cuál es la urgencia antes de cambiar de agenda. Y esto siempre pasa con gente a la que nunca ves… o no quieres ver. De verdad, no hay necesidad de seguir viendo a gente de tu curso de verano de natación de 1996 si no quieres. ¡Por algo no se han visto!
“¿Y si la hacemos el domingo como a la una?”
Esto va de la mano con el punto anterior. Si tienes que hacer una mezcla entre brunch con comida, con puras botanas y no sabes si se puede beber o no, es que está súper forzado. Y así las cosas no funcionan. Entonces, en vez de obligarme a una merienda el martes antes de Navidad, nos vemos en enero.
“Perdón la hora, es que hay un trafical”
Como toda la gente tiene tantísimos compromisos (porque neta hay que ver a todooos), tienes que hacer la cena entre semana y hay muchísimo tráfico, todo mundo llega tarde retrasando la cena. Y lo que más quiero de estas reuniones es que se acaben para irme a mi casa a ver la tele en pijama.
“Te toca llevar lasaña”
Mmmmm… ¿Y por qué no mejor pedimos sushi o una pizza? Y es que cada vez que hay una de estas cenitas, los organizadores se toman muy en serio su papel de que sea la mejor cena pero no quieren ser los anfitriones que hacen todo, entonces delegan. Preferiría que me cobraran y no que me pusieran a trabajar en la cocina.
“Pero vénganse bien vestidos”
Otra vez… ¿por? Si nos vimos toda la prepa en pants del uniforme y en los outfits inmundos con los que íbamos al antro, ¿qué más da si quiero ir de jeans, tenis y un suetercito? No voy a salir en una foto grupal, no voy a disfrazarme igual que las demás ni van a ir los de sociales del periódico… y si sí, mejor ni voy.
“¿Hacemos intercambio?
¡Nooo! Neta no. Ya estoy haciendo un enorme esfuerzo por vestirme, arreglarme, salir de mi casa, comprar algo de comer (porque aceptémoslo, no voy a cocinar) y presentarme sin quejas como para además tener que darle las gracias a alguien por la taza horrenda o el selfie stick que no le queda a mi celular (porque hace 50 años que no nos llevamos).
Creo firmemente que a la gente que quieres hay que verla todo el año, con ganas y sin necesidad de una ocasión especial. No a fuerza cuando te toma cuatro horas cruzar la ciudad y hay otras 14 personas que ya ni bien te caen. ¡Felices fiestas!
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