Fotografía: Instagram Alex Speitzer

Lo bueno de lo malo de ser niño actor

No todo es miel sobre hojuelas para un niño actor, Alex Speitzer nos cuenta todo lo raro de salir en la tele cuando apenas puedes amarrarte las agujetas

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Alex Speitzer empezó en las telenovelas Rayito de luz y Aventuras en el tiempo a los cinco años y desde entonces no ha parado, ¿pero qué hay detrás de ser un niño actor?

Unas por otras: sé que mucha gente podría pensar que me perdí de mucho y me parece normal, pero mi mamá siempre estuvo muy pendiente de que yo tuviera ese mundo de niño, de poder jugar a lo que quisiera y hacer lo que quisiera. Aunque muchas veces trabajaba todo el día, creo que gané mucho y para mí ir a un set a esa edad era divertirme, era un goce total.

Si lo quieres de verdad: yo sí les diría que empiecen más bien chicos. Sin todo lo que he hecho no sería lo que soy hoy, entonces, al contrario, no me perdí de nada, gané mucho. Estoy contento de cada paso que he dado, tengo certeza de que han sido los indicados y me siento orgulloso.

A veces llega sin querer: mi hermano Carlos también es actor, y hace muchos años hubo un casting masivo para Plaza Sésamo en México; él desde muy chiquito quería salir en la televisión y yo empecé por un acto de imitación. Fuimos a castear y mi hermano quedó, yo no. Un día mi mamá fue a una plática de padres de los que se habían quedado y me llevó porque estaba chiquito. Me dejó encargado un segundo con alguna persona que estaba ahí, de repente cuando entra a la sala de juntas alguien dice: “¿de quién es el niño que está allá afuera?”, y mi mamá dijo: “es mío”, pensando, “¿ahora qué hizo este cabrón?”, pero le dijeron, “señora, ¿por qué no trajo a su hijo al casting?” Y ella dijo, “sí lo había traído, pero no se quedó” y le dijeron: “bueno, no sabemos qué pasó, pero se queda”. Así empezó todo y nunca lo quise dejar.

Madre que solapa: Llegamos de Culiacán al entonces DF por un trabajo de mi padre, pero él se regresó. Mis papás están divorciados y mi mamá se quedó conmigo y con mi hermano en México, ella era la que me llevaba, yo no sabía leer cuando comencé esos proyectos de niño, entonces ella me ayudaba a aprenderme los diálogos, me los decía y yo me los aprendía así, siempre estuvo conmigo, la verdad es que ha sido mi gran aliada.

Crecer frente a las cámaras: mi mamá me cuidaba mucho, pero ya no puede y ahora, haciendo Oscuro Deseo, me he encontrado con un personaje muy complicado de hacer, bastante oscuro y obsesivo. Lo que quise trabajar con mis directores, Kenia Márquez y Pitipol Ybarra, era hacer poco para demostrar mucho: que con miradas, silencios y reacciones bastante contenidas hubiera misterio, lograr que el público no pudiera leer al personaje.

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