¿Pooor?
Por: Berenice Villatoro
Todos los días, hay cosas que valoras de mamá, ahora que eres mamá y claro que lo sabemos.
De niños, pensamos que siempre iba a estar ahí, que su amor, sus cuidados y hasta sus regaños eran parte de la vida, y como eso, existen mil cosas que valoras de mamá, ahora que eres mamá. Ahora que entiendes lo que significa llegar cansada del trabajo y aun así cocinar, lo que cuesta sonreír cuando estás agotada, o lo que implica preocuparte por todo sin perder la cabeza, entiendes.
Con el paso del tiempo, pero sobre todo al ser mamá, entendiste lo que duele renunciar a cosas propias por amor, y es justo en este momento cuando más la valoras.
Hoy, más que nunca, entendemos que mamá fue, es y seguirá siendo nuestro ejemplo más grande de amor incondicional.
Seguramente en este momento entiendes por qué decoraba tanto en Navidad, por qué hacía pasteles aunque se desvelara o por qué se esmeraba en tus cumpleaños. No era por el qué dirán, era porque quería que tu infancia fuera feliz y memorable.
Hoy que tienes hijos, sabes que hay algo más fuerte que la lógica: la intuición de mamá. Esa forma misteriosa en que ella “sabía” cuando algo te pasaba ahora la comprendes… porque tú también la estás empezando a desarrollar.
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Hoy que tú cuidas fiebres, mocos y malestares, piensas: “¿Cómo lo hizo tantas veces sin quejarse?”. Esa dulzura para cuidarte, el apapacho, la sopa calientita… ahora lo sientes como un acto de amor brutal.
Desde la estrellita en la frente por portarte bien hasta tus graduaciones, ella era tu porrista número uno. Hoy sabes lo bonito y necesario que es tener a alguien que se emociona genuinamente por ti.
Te enojaste con ella mil veces, dijiste cosas feas, tuviste actitudes injustas… y aún así, ella te perdonó cada vez. Hoy entiendes que el amor de mamá también es eso: saber seguir amando, aunque duela.
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“Te lo digo porque te quiero”, “cuando seas mamá me vas a entender”, “yo solo quiero lo mejor para ti”… todas esas frases cliché ahora tienen sentido. ¡Y hasta las dices tú también!
Ahora que tú también tienes que respirar hondo mil veces al día, entiendes que no es tan fácil mantenerse tranquila cuando hay berrinches, desvelos o caos. Esa calma que ella tuvo, muchas veces sin que se lo agradecieras, ahora brilla más que nunca.
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