Esas personas que recuerdas siempre con gusto, que tienes super identificado a qué huelen y que hasta da gusto saludar. Si tu eres esa persona FELICIDADES, lo estas haciendo muy bien.

 

Esta bonita costumbre de arrancar suspiros con nuestro perfume tiene una larga historia medio extraña en algunos puntos y hoy te vamos a contar un poco de ella.

 

Existe una teoría de que el inicio de los perfumes se remonta a la prehistoria, cuando un hombre primitivo tenía frío y decidió encender una hoguera para darse un poco de calor. Por casualidad, las ramas que prendió comenzaron a producir un olor agradable, uno que nunca antes se había sentido, o por lo menos eso dice Ramón Planas y Buera, dueño del Museo del Perfume ubicado en Barcelona.

 

Lo que sí sabemos con certeza es que, la historia del perfume empezó en Egipto y  fue en Francia donde se consolidó. Ahí se desarrolló como disciplina y su popularidad era tan grande que la realeza tenía a sus propios perfumistas.

 

Otro dato curioso es que existía un perfume llamado “Guillotine”, haciendo alusión a los perfumados miembros de la realeza que fueron ejecutados durante la revolución francesa, aquí aplica perfecto el “antes muerta que sencilla”.

 

Otros personajes históricos fanáticos de oler bien fueron Luis XIV y Luis XV, quienes ocultaban algunos malos olores (muy normales en esas épocas por las costumbres y hábitos de higiene) bañándose en perfume en toda ocasión.

 

Pero no fue hasta que Napoleón ocupó el trono que empezó a comercializar este producto y poco a poco se convirtió en toda una industria. Todo lo que amamos de un perfume nació aquí, sofisticados ingredientes que nos regalaban los mejores aromas, empaques que nos conquistan y que, más que una simple botella de perfume, pueden ser piezas de colección.

 

Definitivamente un perfume que representa todo esto y que toda la realeza desearía es Mon de L´Bel,  legado de alta perfumería francesa que garantiza la sofisticación y la duración del aroma.

 

En nombre de toda esa historia que no se pierda la bonita costumbre de arrancar suspiros oliendo delicioso.