Indulto a cambio de impunidad

¿Qué estamos haciendo en Ámerica Latina para defender a la democracia?

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En unos cuantos días Perú escenificó de manera clara los problemas que enfrentan las democracias hoy en día. La distancia, que crece cada vez más, entre ciudadanía y clase política ha tenido muchas consecuencias como son la llegada de presidentes sin capacidad pero con conexión a sectores del electorado. Desde casos como el de Trump hasta empresarios que acaban por defender sus intereses económicos y comediantes/deportistas/comunicadores que no tienen experiencia pero sí arraigo. No es que todas las personas no tengan derecho a gobernar sino que la labor política, como cualquier otra, requiere de experiencia y capacidades particulares.

Uno de los grandes retos de América Latina ha sido abatir la impunidad de la que goza la clase política por los crímenes que cometen y por la corrupción.

De manera ejemplar dadas las limitantes de la región, Perú pudo procesar judicialmente los años violentos que atravesó. Enjuició tanto a los responsables del grupo criminal Sendero Luminoso como a los gobernantes responsables de los crímenes ocurridos. Uno de ellos fue el expresidente Alberto Fujimori quien fue sentenciado en 2009 a 25 años de prisión por crímenes contra la humanidad.

No es fácil procesar a un expresidente, pocos países lo han hecho. El caso peruano fue histórico para la región, ese tipo crímenes no serían olvidados y la impunidad dejó de tener los alcances que solía tener en América Latina y que sigue teniendo en países como México.

Perú también ha empezado a procesar los casos de corrupción. Varios expresidentes, así como empresarios y otros políticos están bajo investigación por el caso de la empresa brasileña Odebrecht que corrompió a varios gobernantes en una decena de países latinoamericanos. En México no se ha hecho nada serio al respecto. Las investigaciones peruanas alcanzaron al actual presidente Pedro Pablo Kuczynski. En cualquier país serio, el presidente renunciaría ante la seria sospecha de corrupción.

Kuczynski decidió negociar su permanencia. Los sectores políticos cercanos a Fujimori pidieron el indulto del expresidente a cambio de no proceder contra el actual presidente. Pacto de cúpulas mientras la ciudadanía y las víctimas quedan de lado.

Los políticos pretenden resolverlo con retórica como si las verdaderas intenciones no fueran claras. Kuczynski pide al pueblo “pasar la página” y argumenta cuestiones humanitarias ya que Fujimori tiene 79 años y se encuentra enfermo. Por su parte Fujimori pidió perdón “de todo corazón” a las víctimas. Así de primario, un gran retroceso. Una apuesta al olvido y a la impunidad ante crímenes muy serios.

Lo rescatable es que en pleno 24 de diciembre por la noche, miles y miles de peruanos en lugar de pasar la Nochebuena en familia decidieron tomar las calles y protestar. Señal clara de que ciertos sectores sociales mantienen un interés por lo público, por la justicia, por el bien común, por las víctimas, por un futuro que incluya a todas las personas y no solo a la clase política.

En México estamos con todos los rezagos. No se procesan los crímenes ni la corrupción y la ciudadanía no protesta. Violencia, impunidad y apatía. ¿Qué futuro podemos tener así?

 

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Experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales.

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