Espacio para todas

Mamá ¿para qué sirve la vida?, me preguntó el de 11 el otro día a las 2:00 AM mientras yo, usaba todos mis recursos para bajarle un calenturón sorpresa que lo atacó en la madrugada…

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¿Qué dijoooo?

Todos los que hemos pasado por esos trances nocturnos, sabemos que el cerebro
está en modus “survival”, que eres un robot que está operando al 35% de su
capacidad y que es incapaz de responder nada. Pero la verdad es que esa no fue la razón por la que no pude contestar su pregunta, la verdad es que ni yo, ni millones de personas antes y millones que vendrán después, sabemos LA respuesta.

Y es que los niños son así: te desprograman continuamente y te hacen
cuestionarte cosas que a) tenías resueltas (según tú) o b) jamás te habías
preguntado. Así que ya se imaginarán como me quedé: malabareando la toalla fría
en la frente, el cataflam, y la pregunta de los 64 mil… a las dos de la mañana.
He seguido dándole vueltas a esa “preguntita casual” y me parece, que nunca
encontraremos la verdad absoluta porque es algo tan personal que no hay una
sola respuesta.

Creo que la vida no es algo que deba “servirnos de algo” sino a la que nosotros
debemos de servir para algo y ser felices en el intento. ¡Esa es la razón por la
que la respuesta es tan relativa!, porque cosas que según yo están mal, la de junto
opina que es la mejor idea del mundo. ¿Cuántas veces les ha pasado eso?

Me impresiona ver cómo entre mujeres nos podemos sacar los ojos por un
punto de vista o perdemos amistades porque creemos en cosas diferentes. Y lo
puedo entender en temas radicales -been there, done that- pero siendo parte de
las asalariadas y estando cerca de las mamás de tiempo completo, me tiene muy
sorprendida cómo es verdad la frase aquella de que “el peor enemigo de la mujer
es… otra mujer”. La que no opina como tú, hace lo que tú, o educa como tú.

Las reacciones de algunas personas que, como que no quiere la cosa, te
preguntan de tu nueva chamba y dejan caer por ahí un “¿y a tus hijoooos cómo les
ha caído que trabajes eeeeh?”. Mi respuesta es muy sencilla: a los que mejor les ha caído que yo trabaje es, SIN DUDA: ¡a mis hijos! (y al Sponsor, obvio). Su mamá está feliz y no hay nada mejor para un hijo que una mamá completa, satisfecha y pensando en algo más que no sea estarlos torturando con sus obsesiones.

Si, los procesos familiares se tienen que ajustar, pero resulta que mis hijos son
capaces de tener muchas más responsabilidades de las que tenían y de valerse
por ellos mismos para sus necesidades básicas; eso los ha empoderado
muchísimo y hace que las rutinas funcionen mejor que nunca: cada quién se
encarga de cada quién y mágicamente ya no hay pleitos de ponte el zapato,
apúrate a bañarte, dónde está el cuaderno de la tarea y todas esas monadas. La
cama está “hecha” antes de la escuela y su lunch preparado por ellos ¡sin que
nadie se los haya pedido!

La neta, somos mamás muy pollos y los tenemos muy inhabilitados.
Ojo: sigo pensando y SIEMPRE pensaré, que en los primeros años no hay nada
mejor para un hijo que una mamá presente: nada. Pero no todo el mundo tiene la oportunidad de elegir.

Hay mamás que tienen que trabajar y punto, y los niños sobreviven. Hay mamás que tienen la opción pero no quieren dejar su momento profesional y eligen seguir avanzando, hay mamás que simplemente no quieren trabajar y pueden no hacerlo. Hay mamás de todos tipos y la verdad es que lo que realmente importa es que cada quién tenga
derecho a ser el tipo de mamá que quiere ser y que las demás, lejos de hacerle
preguntitas con mensajes ocultos le demos la bienvenida y le permitamos ¡y
ayudemos! a ser lo que ella cree que es lo mejor para ella y SUS hijos.

A mí personalmente, me parece ¡increíble! que mi hija sepa que las mujeres
somos más que mamás, que sepa que puede lograr cualquier cosa que se
proponga y que sí se puede balancear una familia y una chamba, si eso es lo que
ella quiere.

Y tal vez más importante aún, que el de 11 crezca viendo que las mujeres trabajan
fuera de casa, y que los hombres promueven y apoyan a su mujer en sus
decisiones, y participan en la crianza y administración de los hijos. Que los papás
recogen niños de la escuela, hacen tareas, van al súper y meten a los niños a
bañar.

Porque esa señoras y señores, ¡ESA! es la clave del éxito para que una mujer
pueda balancear una familia y una chamba. Una pareja que sea pareja, en todo.
Dentro y fuera de la casa, y que si bien hay roles claros -cada quién sus acuerdos-
la responsabilidad de la familia se comparte. En mi caso, como ya saben, así es;
primero porque mi esposo es así: se involucra, y segundo, porque yo le pido que
participe (sí, léase: le doy mucha lata. Y sobrevive).

Muchas veces me dicen “ay, es que tú qué suerte tienes, ya parece que el mío
haría eso” y mi pregunta es: ¿se lo has pedido? ¡Inténtalo!

Creo que como a los hijos: los tenemos MUY inhabilitados. Esa es la segunda
clave del éxito señoras: SUELTEN, se los dice una controladora profesional. Muchas veces los hombres no cooperan ¡porque no los dejamos! así que bajen sus estándares de calidad obsesiva a cambio de un poco de libertad y equidad.

Pero estábamos hablando de las mamás trabajadoras, los hijos y las “amigas”
que comentan con jiribilla. A esas les digo, señoras: en este mundo hay espacio
para todas, la vida, según yo, “sirve” para trabajar en ser la mejor versión de ti
mismo, para encontrar un sentido que te inspire y te haga ser una persona
congruente y feliz, pero, sobre todo, para entender que solo somos una parte de la
vida. Que hay muchas otras versiones y maneras de ser que también están bien y
que si en lugar de juzgar, ¡permitimos!, habremos encontrado el verdadero sentido
de estar aquí que, según yo, es: respetar, disfrutar y aportar, para contribuir a que
el mundo sea un mejor lugar para vivir.

Hagamos eso.
Bienvenida la diversidad, en cualquiera de sus formas.

 

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