Cómo sobreviví a las vacaciones

Pues henos de regreso a la vida real ¿qué tal les fue de vacaciones? ¿sobrevivieron?

Compartir

Este verano trabajé desde mi casa y Dios de mi vida no sé cómo lo logramos,  todos, enteros y fuera de la cárcel.

Naaaaaa

La verdad es que me fue súper bien. Mis hijos ya no son chiquitos y eso es LAAAA diferencia para disfrutar más o menos una vacación eterna. Son totalmente autosuficientes y se las arreglan bastante bien porque su mamá, la neta, no los anda entreteniendo todo el día, ni les armo 234 planes por semana, ni fueron a cursos de verano porque nos íbamos de viaje y ya era suficiente gastadera. Eso la verdad ha hecho que se organicen, tengan proyectos, armen planes y por supuesto, se aburran libremente… lo cual es absolutamente fundamental en la vida de un niño.

Por supuesto que hubieron momentos alucinantes y peleas desenfrenadas entre los hermanos. Pero eso también es fundamental en la vida de los hijos. Aprender a encontrar soluciones, a defenderse, a reconciliarse porque no les queda otra y a tender puentes para pasar a lo siguiente. Todas esas, serán herramientas que, como adultos, les ayudarán a transitar por la vida con más o menos paz. Se los aseguro.

Y es que creo que a veces se nos olvida que conforme los niños van creciendo necesitamos dejarlos, precisamente, enfrentarse con ellos mismos y con su tiempo. Dejarles de estar organizando juegos, planes, expediciones, actividades y cualquier tipo de entretenimiento permanente.

Me parece que llega un momento en la vida en que son ellos quienes tienen que aprender a entretenerse solos, SIN-UNA-PANTALLA….. ahí está el detalle.

Porque lo más fácil del mundo es permitirles que se peguen a cualquier tipo de device y olvidarnos del tema. Sí. Solo que eso les jode los neurotransmisores, su capacidad de imaginar, de resolver, de pensar, de reaccionar y por supuesto de relacionarse con otro ser humano en vivo y en directo. Por si fuera poco, está comprobado que después de pasar más de 23 minutos, un niño se enajena a tal grado, que si le quitas la pantalla se pone violento ¿y qué creen? ¡es cierto! Se enojan, se frustran, se ponen furiosos con el enemigo agresor que le suspende su valioso aparatito.

Es impresionante, los invito a probar y les aviso, se van a asustar.

Encima de todo, cuando aprenden a depender de la maquinita, se olvidan de todas las demás posibilidades. De pronto piensan que “no hay naaada que hacer mamá” porque está lloviendo afuera, o no está su vecino favorito, o cualquier otra cosa…pierden la capacidad de inventar y eso me parece francamente, una tragedia.

Un día, harta de estarme peleando con las putas pantallas (y mis hijos) decidí que ninguno tendría el derecho a usar la suya durante los siguientes 7 días.

Ahí-les-encargo-el-draaaaaaa-ma

Me valió madre. Me salí de mi casa a pasear a los perros en lo que ellos se azotaban contra las paredes y decidí que bajo ningún punto de vista, iba a cambiar mi decisión.

Por supuesto me echaron ojos de pistola y no me contestaron más que monosílabos las siguientes dos horas ¿y qué creen que pasó después? Algo absolutamente sorprendente:

Empezaron a encontrar cosas para hacer. Redescubrieron sus legos, leyeron un libro entero cada uno y me pidieron que los llevara a comprar uno más, arreglaron sus closets, sacaron su ropa para compartir, armaron un rompecabezas de 500 piezas, hicieron galletas, pasearon perros, jugaron (¡juntos!) juegos de mesa. Vimos películas comiendo palomitas, se carcajearon, se pelearon, se contentaron, pusieron la mesa, lavaron platos, vendieron crepas hechas por ellos y volvieron a hacer galletas.

Pero sobretodo… se conectaron. Conmigo, con su herman@, con ellos mismos. De pronto los niños empiezan a platicar, a filosofar y a simplemente tirarse en un sillón y no hacer nada más que estar en ese momento y estar contentos.

¿Les digo qué?

Estuvo increíble. Y estuvo cabrón. Porque quitar las pantallas a los escuincles implica dos cosas inmediatas perras:

 

  1. Tienes que “ocuparte” mucho más de ellos. No están callados por horas, la casa es un desmadre porque las cosas se usan y en general el tiempo “útil” para uno, se reduce muuucho. Lo cual es muy frustrante cuando tienes cosas que hacer.

 

  1. Tienes que soltar la tuya más de lo que tienes ganas porque, evidentemente las personitas, manifiestan su inconformidad al respecto… canijos escuincles opinionados (pero queríamos hijos seguros de ellos mismos y una comunicación directa y clara ¿verdad? *she roll’s her eyes).

Y eso, está cañón. No el hecho en sí, sino darte cuenta de que delegamos mucho de nuestro tiempo y cuidado de hijos en tiempo pantalla por comodidad, por hueva, porque no “queda otra”, por lo que sea. Lo hacemos  y está de la fregada. Y por otro lado, ver la cantidad de tiempo que uno, adulto, le dedica a esa madre (sobre todo si tienes un blog) pues es francamente, escalofriante.

Obvio regresaron las pantallas… 7 días después. Y claro que desde entonces escuchan mucho mejor cuando digo que ya estuvo bueno y le apaguen a su madre esa, pero tampoco se puede ir contra la corriente porque son claramente, parte de la vida. Sin embargo, fue un extraordinario reset para todos.

Les recomiendo enormemente que a la primera oportunidad que tengan, lo hagan. Y que una vez hecho el punto, lo sigan haciendo regularmente. No la parte del castigo, la parte de soltar la pantalla las más veces posibles, lo más seguido posible y dejar que los hijos encuentren qué hacer y nosotros nos encontremos con ellos, porque resulta que yo también, me acordé que leer es lo que más me gusta en la vida y no lo hago lo suficiente, y que hacer un rompecabezas es realmente muy entretenido.

 

Inténtenlo.

Si quieres leer más de L’amargeitor puedes seguirla en FacebookTwitter e Instagram.

¿Te gustó esta nota? Califícala

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (17 votes, average: 4.76 out of 5)
Loading...

Sé el primero en comentar este artículo

Dejar una respuesta