Yogurt para la depresión

Y si dejamos las pastillas...

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¿Y si no necesitáramos de pastillas para la depresión, sino de dietas sanas? Al parecer podemos modificar nuestra salud mental a partir de lo que comemos.

La depresión es una condición que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Es común que dentro de algunas familias existan patrones que apuntan a que hay algo que las predispone a la depresión. Los miembros de una familia comparten muchas cosas, por ejemplo genes, pero también entornos. Y los entornos pueden ser externos o internos.

Dentro de cada persona habitan vastos ecosistemas poblados con bacterias. Nuestro microbioma personal son estas bacterias que colaboran con nosotros para que su casa, nuestro cuerpo, se mantenga sana. Nos ayudan sobre todo a digerir varios alimentos que sin ellas no sería posible. Todo esto lo hacen en el sistema digestivo, también conocido como “segundo cerebro” por la cantidad de neuronas que tenemos ahí.

En los últimos años se ha ido acumulando evidencia de cómo lo que pasa en nuestras tripas está relacionado con nuestra salud mental y emocional. De hecho, dietas pobres y enfermedades como   la colitis, que apuntan a alteraciones en la microbiota, están relacionadas con desórdenes de ansiedad y depresión.

En ratones crónicamente estresados se ha visto que la composición de su microbiota, y por lo tanto sus metabolismos, son dramáticamente distintos de los de ratones no estresados. Uno de los cambios más grandes es que en los ratones estresados se reducen los lactobacilos y aumenta la quinurenina, una molécula en la sangre que conduce hacia la depresión en humanos.

Lo increíble del asunto es que al alimentar a estos ratones con lactobacilos, sus alteraciones metabólicas y de comportamiento mejoraron.

Hasta ahora los tratamientos contra la depresión están basados en la idea de que ésta es un desequilibrio de algunas moléculas en el cerebro: dopamina, serotonina y otras que, bajo esta idea, pueden ser ajustadas con medicamentos. Ver a la depresión como una enfermedad multicausal que no sólo modifica estados de ánimo, sino que está conectada con lo que sucede en nuestras entrañas, podría ser el principio de nuevos tratamientos.

Tener una microbiota sana es siempre una buena idea, pero decir que se puede comer yogurt para curar la depresión es una reducción que trivializa esta condición. Es muy probable que los cambios de dieta no sean suficientes para tratarla, como se ha visto que tampoco lo son del todo los tratamientos farmacológicos. Lo bueno es que para la depresión, como para otras enfermedades, cada vez entendemos mejor que nuestros cuerpos son sistemas integrados que tratamos mejor si los entendemos como tales.

 

 

Referencia

Microbiota alteration is associated with the development of stress-induced despair behavior

http://www.nature.com/articles/srep43859

 

 

 

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Doctora en ecología evolutiva y divulgadora de la ciencia, le gusta explicar el lado científico de la vida.

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