ilustracion maestro

¿Ya llegastes o te quedastes onde andabas?

Deja de decir llegastes, quisistes, esperastes... aquí te decimos cómo evitar los arcaísmos.

Nadien llegó, ¿Les dijistes que vinieran? Te lo alvertí, cuando hágamos una reunión es necesario que nos póngamos a confirmar.

¿Hablas así?, entonces eres víctima del síndrome ¡ay mi abuela!

Y es que muchas abuelitas usan palabras viejas que son conocidas como arcaísmos.
El síndrome “Ay mi abuela” emplea términos que a veces te dan risa, a veces no entiendes, a veces conoces pero de otro modo. Ya no los oyes en el radio ni en la tele, pero o los usas o hay alguien que los usa.

Checa: Ya no bajes para abajo

Mira estos ejemplos:
Este chocolate se acedó(se agrió); lo estás haciendo adrede (a propósito); ¿te convidó (invitó) a comer?; tu cuate es un haragán (flojo); Alan está amuinado (enojado); no me salgas con que todavía eres quinto (virgen)

Desde luego no faltan las personas que se da vuelo con los verbos y dice: subistes, te caístes, ya la cagastes…

Hay quienes se mueren a carcajadas cada vez que alguien dice: no nos hágamos tarugos como si fuera la Chimoltrufia, porque al hágamos, le sigue el dígamos, tráigamos, juéramos, dígamos.

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Cuidado, no te equivoques, no se trata de palabras mal dichas, sino en desuso, viejas, así que no trates de incluir en este artículo palabras como juímonos, álbitro, coadyudar, conurbana, que no tienen que ver con el síndrome Ay mi abuela, sino con la costumbre de inventar cuando no se sabe.

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Sí hay forma de evitar los arcaísmos:

Habla con un lenguaje actual, entérate, consulta, escucha.

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