¿Qué pasó con Dilma Rousseff?

Esto es lo que pasa con Brasil y su sofisticado golpe de estado

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Los años de los golpes de estado con militares ocupando las calles y las instituciones del Estado han quedado muy atrás. Hoy son más sofisticados, derrocan gobiernos formalmente constituidos utilizando torcidamente la ley. Violentar el orden constitucional de un Estado con la misma Constitución.

Fue el caso de Honduras en 2009 y hoy es Brasil. Es cosa seria, se trata del país más importante de América Latina, el país continente, una de las 10 economías más importantes del mundo.

El Partido de los Trabajadores (PT), opción política de izquierda, llegó al poder brasileño en 2003 con Luiz Inácio Lula da Saliva. Rápidamente se convirtió en un emblema de las nuevas formas de hacer política. Un obrero de origen humilde con un lenguaje cercano a la gente, un plan de trabajo enfocado en los más pobres, un discurso que pretendía acabar con la política de élites y en una gran coalición de gobierno.

Los dos periodos de Lula (2003-2010) se caracterizaron por proyectar a Brasil al mundo, consiguió la realización del Mundial de futbol (2014) y de los Juegos Olímpicos (2016, comienzan en unas semanas) y sacó a decenas de millones de personas de la condición de pobreza.

En 2011 se da el cambio de presidente y llega al poder Dilma Rousseff, cercana a Lula. Con una larga trayectoria en movimientos de izquierda, incluso estuvo presa y fue torturada en los 70.

En los años recientes la luna de miel terminó. La joven democracia brasileña entró de nuevo en crisis. Las instituciones siguen siendo débiles, los años del crecimiento económico acelerado quedaron atrás, el desempleo crece y la corrupción comenzó a acaparar la atención.

Buena parte de la clase política y económica, de todos los partidos, está siendo investigada o ya fue condenada por escándalos de corrupción principalmente relacionados con la gran empresa petrolera brasileña Petrobras.

Con este escenario de fondo, gente en las calles exigiendo soluciones y una sociedad dividida, la clase política ha decidido romper sus coaliciones de gobierno. Dilma y el PT se quedaron solos en un universo político de decenas de partidos, meses de enfrentamiento generó una crisis política que desbordaba todo el país.

La solución encontrada por el centro y la derecha política fue sacrificar a Dilma. Intentar regresar al poder sabiendo que no tendrían mayoría en las urnas, regresar al poder y buscar impunidad sobre las acusaciones de corrupción que les persiguen, regresar con mano muy dura.

Acusaron a Dilma por una maniobra administrativa que en ningún caso tendría las repercusiones que le han dado. Con 55 votos a favor y 22 en contra, el Senado ha decido el futuro de Brasil. Destituir a Dilma, iniciar un juicio político en su contra y poner el gobierno de manera temporal en manos del vicepresidente, Michel Temer.

Lo increíble es que buena parte de quienes votaron e incluso Temer están acusados de corrupción, Dilma no. Las discusiones jurídicas acerca de la decisión son interminables, ¿es o no es constitucional la decisión? Sin duda se trata de una exageración política. Dilma afirma “pude haber cometido un error, pero no un crimen”.

Temer ocupará la presidencia y la derecha retomará posiciones. El proceso en el que se decida el futuro de Dilma puede durar hasta 180 días. Mientras tanto, el PT y sus simpatizantes amenazan con huelgas y tomar las calles a unas semanas de iniciar los Juegos Olímpicos.

Lo que parecía imposible hace unos meses, hoy lo han logrado. Legalizar las nuevas formas de un golpe de estado. Para entender quienes llegan al poder basta con mencionar que incluso uno de los congresistas dedicó su discurso a quien torturo a Dilma en prisión.

Como era de esperarse, como ha sido con Venezuela y Cuba, el resto de los países latinoamericanos guardan silencio. Algunos mandatarios ponen sus barbas a remojar y esperan que las acusaciones por corrupción no los alcancen.

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Experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales.

4 COMENTARIOS

  1. Me encanta la manera en que Jacobo explica estos casos entiende uno de forma amable lo que en otro lado sólo me quedó con más dudas.

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