¡Se vale mentir!
No siempre es necesario decir la verdad. Soltar una mentirilla de vez en cuando está bien, el chiste es saber cuándo, cómo y para qué
Asociamos la mentira con algo súper malo, pero a veces está bien decir una mentira piadosa. La mentira ha estado arraigada en la naturaleza humana desde el inicio de la vida, tan es así que mentimos para sobrevivir, y representa la primera oportunidad de aplicar nuestro libre albedrío verbal (desde que aprendemos a hablar, se nos ofrece en bandeja de plata el chance de no decir la verdad).
¿Pero por qué mentimos?
Mentir requiere de una buena cantidad de inteligencia y tiene algunos beneficios psicológicos (como descarga emocional o parte de nuestro instinto de supervivencia). Además, lo hacemos…
- Para proteger: a nosotros mismos, y para evitar la vergüenza, nuestros intereses, nuestra imagen, nuestros recursos, a nuestros seres queridos.
- Por razones altruistas: mentiras piadosas a nuestros seres queridos o a aquellos que sentimos en desventaja.
- Para eludir el conflicto: a muchas personas no les gusta discutir.
- Por temor al castigo/venganza: buscamos ocultar errores y trasgresiones. Como los niños cuando sacan malas calificaciones o rompen cosas.
- Para evitar rechazo o desaprobación: nuestra autoestima nos hace querer ser aceptados. Mentimos para ser admirados o para no perder una oportunidad de tener sexo.
- Miedo a la pérdida: por miedo a soltar o por avaricia, ya sea una relación, un estatus social o un bien material.
Hay de mentiras a mentiras
Para Santo Tomás de Aquino, las mentiras se podían dividir en tres tipos:
- La útil. Es la más controversial, pero la más usada en ocasiones donde no decir la verdad o decir una mentira a medias son la mejor opción, porque nos va a ayudar a conseguir nuestros objetivos, pero sin la intención de herir a alguien.
- La humorística. Tampoco tiene malas intenciones y su finalidad es, como dicen, “echarle crema a los tacos” a una conversación.
- La maliciosa. En esta categoría entran los que acostumbran mentir solo para lograr un beneficio personal, sin importar si al hacerlo se hiere a alguien o no. Este tipo de mentirosos pueden convertirse en sociópatas.
La mitomanía no es una enfermedad psiquiátrica tal cual. O sea, no existen personas enfermas incapaces de decir la verdad. Existen algunos trastornos de la personalidad en los que se miente frecuentemente, pero como parte de una de sus características principales.