¿Qué pasa con México en los Juegos Olímpicos?

¿Si México hubiera conseguido 7 medallas, como la Olimpiada pasada, habría malestar o estaríamos festejando?

La administración pública del deporte no tendría porque ser diferente al resto de lo que ocurre en las esferas de la política mexicana. En buena medida seguimos estancados por falta de una política pública responsable, corrupción, falta de rendición de cuentas y capacidades, una visión de largo plazo y un largo etcétera. Todo ello se puede mantener gracias a la apatía de la sociedad en su conjunto.

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Ahora estalla un escándalo, uno más que solo genera malestar momentáneo, desahogo en redes sociales y pláticas entre familiares y amigos. Hasta allí estamos dispuestos a participar. ¿Si México hubiera conseguido 7 medallas, como la Olimpiada pasada, habría malestar o estaríamos festejando? El número de medallas es solo el síntoma, nuestra capacidad crítica llega solo hasta allí.

México se encuentra entre las 15 economías más grandes del mundo y es el país número 11 con más población. La lógica diría que con más gente y más recursos, bien canalizados, deberíamos tener mejores resultados en lo deportivo. Por poner un ejemplo, el número de medallas conseguidas en las pasadas Olimpiadas por los más países más ricos fue: EUA 104, China 88, Japón 38, Alemania 44, Reino Unido 65, Francia 34, India 6, Italia 28, Brasil 17, Canadá 18, Corea del Sur 28, España 17, Australia 35, Rusia 82 y México 7. Entre los más poblados que no lograron buenos resultados están: Indonesia, Pakistán y Nigeria. Nuestro deporte está a la altura de estos países con la diferencia de que México tiene muchísimos más recursos.

Según expertos, un país con nuestra economía y nuestra población tendría que ganar cerca de 20 medallas. Nuestra mejor participación fue de 9 medallas en México 1968. Hace 4 años todo era fiesta por 7 medallas. Esto habla de las instituciones deportivas del país pero habla más de nosotros. Con qué poco nos conformamos.

Muchos atletas del mundo ganan por su esfuerzo y el apoyo que reciben, los nuestros lo hacen a base de esfuerzos personales y a pesar de la burocracia deportiva. El diagnóstico está hecho desde hace mucho: falta de cultura deportiva, nula capacidad de identificación de talentos en edad temprana, federaciones deportivas tomadas por sus líderes que solo buscan beneficios personales, comité olímpico mexicano manejado con poca o nula vida democrática y una falta de visión de Estado en política deportiva de largo plazo tanto para el alto rendimiento como para manejar el deporte como política de salud y cohesión social.

Como reflejo del resto de la vida política nacional los escándalos escalan. A la falta de apoyo se suman atletas que tienen que usar sus uniformes personales parchando las marcas para que no se vean debido a que no recibieron los uniformes oficiales adecuados; médicos y fisiatras que no pueden asistir ya que sus lugares los toman familiares y amigos de los dirigentes; sospechas de corrupción en la asignación de recursos; la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y el Comité Olímpico Mexicano se arrojan culpas en lugar de buscar soluciones; pasando vergüenzas en el extranjero, se les ha retirado la acreditación a delegados de la Conade por grabar y transmitir competencias sin autorización del Comité Olímpico Internacional; pretextos de que los jueces nos perjudican; atletas que declaran lo que les ocurre después de su participación ya que de hacerlo antes seguro habría represalias. La joya, hasta ahora, es enterarnos que el boxeador que ganó medalla tuvo que pedir dinero en la calle y el transporte público debido a la falta de apoyos.

El titular de la Conade, Alfredo Castillo, es experto en todo, ha trabajado en la procuración justicia, en defensa del consumidor, como comisionado para la seguridad en Michoacán y ahora en el deporte. Así es la política mexicana, como el juego de las sillas. ¿Y nosotros? Solo miramos. Las declaraciones de Castillo son de un cinismo brutal, argumenta que el uniforme oficial de su acompañante fue parte de excedentes entregados por Hugo Boss, ¿eran de él o de la Conade? Por si faltara, declaró que la Conade es una simple agencia de viajes que solo transfiere recursos, si así ve su trabajo es urgente su remoción y una explicación del motivo de su designación.

Nada de la vida pública va a cambiar por sí solo. Requiere de una sociedad enterada, responsable y participativa que junto con medios de comunicación libres y plurales exijamos una administración pública acorde al país que podemos ser. Tenemos déficit en ambos.

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