El abuso

El que abusa no sabe que lo hace, hasta que alguien se lo dice, y aún en estas condiciones no lo acepta, mucho menos lo reconoce, hasta que alcanza límites extremos y se aplican sanciones de parte de los patrones o de algún juez. Nadie va a reconocer que abusa de sus trabajadores, de sus hijos o de su esposa, porque él se aplica en lograr lo que ha diseñado como objetivos o las metas que le han impuesto. Tiene que salir de ese esquema y verlo desde una perspectiva “ajena” para observar su actuación y si sus principios y valores lo hacen recapacitar lo hará. Pero mientras no tenga esa voluntad no va a cambiar, hasta que una autoridad se lo señale. Recordemos las costureras que quedaron atrapadas en los edificios derrumbados en el temblor del 85, o recientemente los jornaleros agrícolas que han sido abusados por siglos y con un trato ofensivo a sus derechos humanos, ya no digamos laborales. Aún permanecen en la misma condición después de dos años de señalarse tales abusos.