Lo interesante de las enchiladas suizas

De esas veces que te enteras de que en Suiza ¡NO CONOCEN LAS ENCHILADAS SUIZAS!

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Según el último sondeo realizado entre los más tragones de mis cuates, reveló que al 90% de estos se declararon fans de las enchiladas suizas, mientras que el 10% restante reconoció que aunque no es su alimento favorito, difícilmente le haría el fuchi a este clásico de la gastronomía nacional. NO EUROPEA.

Y es que ni en Berna, ni en Lucerna, ni en Davos; sofríen tortillas de maíz recién hechecitas en el comal, las rellenan de pollo finamente deshebrado para después bañarlas de una picosita salsa verde con ese indiscutible toque amargoso-rico que solo el tomatillo puede dar, ni mucho menos las coronan con una generosa porción de queso gratinado, crema y cebolla; para que al momento de que la porción de enchilada viaje del plato a la boca, vaya dejando a su paso una humeante y delgada hebrita de queso fundido que uno termina sorbiendo con singular alegría ¡ALELUYA!

Si ya decía yo que a los suizos ni les gusta el chile. Es más, por aquellas tierras el maíz y el picante, son considerados como ingredientes exóticos del arte culinario.

Así que en friega, me puse a investigar un poco el origen de este delicioso alimento, y así fue como toda la información que conseguía me iba acercando más y más al chef mexicano Rodrigo Llanes, porque resulta que Rodrigo es tataranieto del hombre que allá por la época del imperio de Maximiliano, trabajó como mayordomo en la casa imperial de los Habsburgo, el que se encargaba de preparar personalmente los alimentos de don Max, y OBVIOOO se trataba de pura comedera europea.

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Cuando cayó el imperio, el ex mayordomo de la casa imperial, agarró sus recetas (entre las cuales todavía no estaba incluida las de las enchiladas suizas), y se lanzó con su familia a Coahuila, su ciudad natal. Ahí el tatarabuelo de Rodrigo, le heredó las recetas a su bisabuelo, pero ¡ZAZCUALAZ! Que estalla la revolución, y ahí tienen ahora al bisabuelo, con recetas y familia en mano y emigrando a la Ciudad de México, en donde puso el “Café Imperial”, en la colonia Tacuba.

Según me platicó el mismo Rodrigo Llanes, el “Café Imperial” intentó inútilmente especializarse en comida europea, porque los comensales de la época preferían pedir que su chilito, que sus esquites, que su chicharroncito, que sus tortillitas; pero eso sí, si no llevaban nombres europeos o afrancesados, pues como que no le agarraban el gusto.
Y fue justo en ese afán mezclar lo mexicano con lo europeo que decidieron gratinar el queso de las enchiladas y darles su embarradita de crema. Y en cuanto al nombre, se va a sorprender por la simpleza de la decisión. El chef Rodrigo Llanes, asegura que decidieron llamarlas “enchiladas suizas”, porque cuando las vieron terminadas, así verdecitas, abultaditas y copetiaditas de queso y crema, les recordaron a los Alpes Suizos. Así de sencillo.

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Rodrigo también me contó que de las muchas veces que ha participado en exposiciones o muestras de gastronomía mexicana en Europa, no pierde la oportunidad de preparar las clásicas enchiladas suizas, y que los suizos que las prueban por primera vez, simplemente LES ENCANTAN.

Aunque también existe una versión más breve y menos interesante sobre el misterio de las enchiladas suizas, en la que se explica que en los años 20 un par de hermanos gringos fundaron el restaurante de los tecolotitos y que entre su clientela estaba un suizo al que no le gustaba el picante, pero siempre pedía enchiladas, eso sí, que no picaran. Y se dice que los cocineros del lugar comenzaron a llamar enchiladas suizas a las enchiladas que no pican. Así de simple.

¿Con qué historia se quedan ustedes?

Termina su columna y le sorbe el quesito a su enchilada.

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Conductor de radio y televisión experto en temas de diversidad sexual. También es un aficionado de encontrarle el lado estúpidamente interesante a la vida.

2 COMENTARIOS

  1. Ambas son buenas y creo que la segunda se acerca más a la realidad ???? no por nada es el plato fuerte del menú de los tecolotes

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