La regresión occidental

Ante la violencia mayor compromiso por resolver los conflictos que hay en el mundo.

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El terrorismo y la migración han generado un proceso de retroceso en occidente. Europa y Estados Unidos ven resurgir movimientos ultra nacionalistas y discursos de odio preocupantes. Lo que tardó siglos en construirse hoy se ve en riesgo.

En esta ocasión fue en Polonia. Escenas que solo recordamos en la Alemania nazi fueron vistas en Varsovia. Más de 60 mil ultra nacionalistas polacos marcharon el sábado pasado para conmemorar la independencia de su país. En pleno siglo XXI, lo hicieron bajo el lema de “Queremos a Dios”. Este mensaje pretende oponerse a una Europa laica y hacer resurgir una Polonia católica.

Otras de las consignas en la marcha fueron “Polonia pura, Polonia blanca” y “Fuera los refugiados”, entre otras. Los manifestantes quieren una Polonia que desconozca sus obligaciones internacionales con respecto al refugio y sin extranjeros. Fenómenos similares han triunfado en Estados Unidos (Trump), Gran Bretaña (Brexit) y Hungría (gobierno de ultra derecha). Han mostrado crecimiento en preferencia electoral en Francia, Holanda, Alemania y otros países.

La islamofobia no estuvo ausente en la marcha polaca. Uno de los oradores afirmó que “la cultura cristiana es superior a la cultura islámica”. Ese orador no es una voz aislada, crece la intolerancia en occidente. El aislacionismo es la tendencia en algunos países. La marcha tuvo muy visibles consignas contra la Unión Europea, Rusia, el temor por la “islamización” de Polonia y su rechazo por la política europea de refugio.

Esta marcha anual ha ido creciendo en los últimos años. Hoy es todo un fenómeno social que debe alertar a distintas sociedades en occidente. Como se vio en la marcha de ultra nacionalistas en Estados Unidos hace unos meses, en Polonia también ha habido enfrentamientos entre los manifestantes y población que no concuerda con esas ideas.

El terrorismo y la afluencia de migrantes y refugiados están llevando a importantes sectores sociales de occidente a radicalizarse y alzar la voz. Como lo he escrito en este espacio muchas veces, el proyecto civilizatorio en el que nos encontramos está en riesgo. Los acuerdos nacidos de los horrores de la Segunda Guerra Mundial se tambalean. La idea de que todos los seres humanos nacemos libres y somos iguales en dignidad y derechos ya no es aceptado por, cada vez más, amplios sectores sociales que incluso han ganado elecciones.

Sin duda occidente debe reaccionar al terrorismo. Pero reaccionar con sus propios valores. Ante la intolerancia más democracia. Ante el sectarismo más integración. Ante la violencia mayor compromiso por resolver los conflictos que hay en el mundo. Intereses económicos y políticos hacen que esta receta no esté siendo seguida.

De triunfar el sectarismo occidental, el terrorismo también habrá triunfado. Los siglos y siglos de construcción de instituciones y principios occidentales que sustentan a las democracias liberales no pueden ni deben quedar a un lado.

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